Terry Rooney es feliz dirigiendo su orquesta en una sala de fiestas de New York. Sin embargo, Hollywood llama a su puerta y convence al músico para rodar una película en sus estudios. Una vez allí, Terry deberá aprender el oficio de actor y a enfrentarse con un mundo desconocido para él.
Cinco años antes de su Oscar por "Yanqui dandi" el extraordinario James Cagney demostraba sus enormes aptitudes para el baile en este modesto musical titulado "Los peligros de la gloria". A pesar del flojo guión, de un montaje irregular y de unas interpretaciones muy desiguales, Cagney coge el toro por los cuernos y con su vigor y su energía hace algo más que salvar la película. La hace interesante y demuestra una vez más que este 'pequeño gran hombre' podía con todos los registros actorales (no solo de gángsters vive Cagney). Verlo bailar es una delicia, de tal manera que Fred Astaire daría gracias al cielo al comprobar que al bueno de 'Jimmy' le seducían más las calles mojadas y oscuras que frecuentaban los hampones que las lujosas salas de fiesta atiborradas de champagne, fracs y vestidos de noche.