La verdad es que tiene su gracia ver a este Clark Kent provinciano derretir dejar boquiabiertas bizcas andovas a todas las hembras de mayor o menor tronío que se encuentra arrolladas (¿arrodilladas?) a su paso, de la reina a la criada ninguna es inmune, le hace ascos, a sus innumerables y arrebatadores viriles encantos, tanto físicos como verbales, materiales espirituales, sacia calma el alma y la carne, abrevadero, las rinde, las parte, suspiran, suspiria, noche y día, caen como palomas, de arriba abajo, dicho sea de paso, al verle escucharle leerle, nos pongamos como nos pongamos, perdidos y perdidas.
Cura y poeta, no puede haber más o mayor terrorífica mezcla, con la diestra y la siniestra, con el mazo dando, golpea, como para salir pitando sin mirar atrás, rezando sin parar, lo mejor de cada casa, hasta con varios exorcismos a cuestas por si las moscas, por si acaso, mejor no tentar al diablo, el remedio que la enfermedad, a quién se le ocurre, poseídas, todas.
Chirría, cruje el intento desesperado por juntar hacer hagiografía a tumba abierta, qué bueno era, con un cierto solo por disimular un poco rigor histórico por ahí le andamos, nos aproximamos, no seamos demasiado finos, tiquismiquis, ni le miremos los pies al gato, mejor pasar lo dejamos, inmaculado. Lo quieren convertir en un héroe de nuestro su tiempo, Robin Hood, idealista, bardo del pueblo, valiente, entregado, generoso, apasionado, inocente, un fenómeno, de combate zafarrancho, yo, creo. Pero cuesta y es hasta chusco teniendo en cuenta lo que nos muestran, quintales de sordidez, disparate y desafuero, hasta las cejas de cabalgar contradicciones hilarantes tan trágicas, majaderías.
¿Un (desaforado) trepa, pasmarote, intrigante, jeta, pisaverde, pelma, pelagatos, panoli, tolai, idiota, un diablo cojuelo, de todo un poco, castigador, ladrón que vive amancebado emancipado con dos señoras haciendo a cada rato cosas feas? Podría haber sido todo eso si quisiera, se conforma con estar al servicio del más rico y escribir los mejores más tristes versos esta noche, y dejar mujeres (más o menos) insatisfechas, en una ay, a la quinta pregunta, sin respuesta, pidiendo la hora, en mar de dudas, sumergidas, hasta los huesos, caladas.
Vale.