La cosa cansa y es muy tonta, pero hasta la mitad más o menos se sostiene, tiene un pase.
Cuando coge el avión para huir de los dos mequetrefes y se presenta en..., atención, estas imágenes pueden herir la sensibilidad del lector..., una Málaga cañí con torero palyboy (macho, camarero y macarra le llama el Walken hermoso con infinito desprecio -¿de clase, de ¡raza!, de cultura, de dinero, de país?- al bueno de Fernando Guillén Cuervo, sí, es él, no bromeo, ahí le vemos en su lozana juventud haciendo de verraco latino lleno de pasión española) y toda la Semana Santa por delante, en su apogeo, para que no falte de nada (bueno, sí, faltó una folclórica como Dios manda y/o un tablao flamenco en el antro exótico correspondiente), uno se viene abajo irremisiblemente, espantado ante la ristra de tópicos y la mirada cutre/condescendiente (no sigo que se me está hinchando la vena patriótica y casi estoy a punto de poner el himno patrio a todo volumen, con la ventana muy abierta, por supuesto, para compensar tanta afrenta e ignominia y así tratar de tranquilizarme) que tienen de nuestra hermosa España.
Bueno, pues a partir de esa barbaridad, todo es caer en idioteces y majaderías, suma y sigue, camina o revienta. Que si vuelvo contigo, no, con el otro, no, conmigo misma mucho mejor, que yo soy una mujer y las mujeres somos lo más y he escrito un gran libro ya que no solo soy preciosísima, no me conformo con eso, sino que además tengo un gran cerebro y... Anda ya a esparragar.
P.D.: la madre siciliana también es retratada como una cafre de cuidado. Ay con el sur de Europa que de tantas desgracias siempre nos llena.