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Rusia Rusia · Stalingrado
Voto de Ferdydurke:
3
Drama Manel, un chico de 16 años, nunca habla con nadie del miedo que él, su madre y su hermana pequeña sienten cuando su padre está en casa. Por eso a Manel le gusta tanto ir al instituto: porque mientras está allí se libera de ese miedo. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2015
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal dirigida, al contrario; consigue crearte malestar, tensión y angustia. Es sobria, oscura y directa. Con estilo. Modesta, pero eficaz y rotunda.
El (gran) problema que yo veo es que, en verdad, no es una película o una historia, es una continuación, alargada y embellecida, de los anuncios de las campañas contra los malos tratos, una recreación inspirada pero igual en lo esencial; en el tono, la intención y los medios, en el hecho de intentar asustar, conmocionar e impresionar, en dar por supuesto el contexto, en asumir que el que la ve ya conoce el "asunto" y que, por lo tanto, no hay que explicarle nada, en ser algo funcional, dirigido, publicitario (en el sentido de mandar un mensaje que llegue al espectador con la máxima inmediatez y fuerza, desdeñando ambigüedades, complejidades, matices, información o debate), atronador y de brocha gorda. El arte es otra cosa, el cine, por malo que sea, también; pretenden algo diferente, intentan iluminar, comprender, crear, investigar, aventurar, dudar, cuestionar, preguntar, entretener...
En este caso, se da todo por supuesto; es el retrato del mal absoluto, sin principio ni fin, porque sí, el entorno (social, económico, político, moral... ) se da por conocido y ya. No aprendemos ni sabemos nada de las causas, no hay explicaciones (ni se pretende) ni raíces. Te lo meten en el alma (en la sangre, en el miedo), todo, a empellones, y punto.
Se alude, indirectamente, se da por sabido o descontado, que es algo que hay que denunciar, que es un hecho tan horrible y repugnante que alguien pueda maltratar, agredir, incluso matar a su familia, que no es necesario añadir más ni marear la perdiz, que el espectador, si no quiere ser un desalmado, tiene que aceptar obligatoriamente la propuesta, aplaudirla incluso, obvia, indudablemente, por el peso moral que acarrea, es de justicia. Pero, como ya he dicho, el cine (el espíritu, el humanismo o como demonios lo queramos llamar) es otra cosa, debería serlo, no debería partir de ideas preconcebidas ni negarse a profundizar, tendría que intentar ir más allá, ayudarnos a entender, pretenderlo por lo menos, lograr un espacio abierto y dialogado, no convertirse en un martillo pilón cargado de severidad monolítica y admonitoria (como si fuésemos simples receptores, pasivos, programados, sin capacidad crítica ni curiosidad ninguna), ni mucho menos en homilía aterradora patrocinado por el poder de turno.
En las cuestiones técnicas e interpretativas es impecable. De pocos medios, pero es un trabajo bien hecho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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