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Voto de Ferdydurke:
3
6,0
505
Drama
Manel, un chico de 16 años, nunca habla con nadie del miedo que él, su madre y su hermana pequeña sienten cuando su padre está en casa. Por eso a Manel le gusta tanto ir al instituto: porque mientras está allí se libera de ese miedo. (FILMAFFINITY)
11 de febrero de 2015
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal dirigida, al contrario; consigue crearte malestar, tensión y angustia. Es sobria, oscura y directa. Con estilo. Modesta, pero eficaz y rotunda.
El (gran) problema que yo veo es que, en verdad, no es una película o una historia, es una continuación, alargada y embellecida, de los anuncios de las campañas contra los malos tratos, una recreación inspirada pero igual en lo esencial; en el tono, la intención y los medios, en el hecho de intentar asustar, conmocionar e impresionar, en dar por supuesto el contexto, en asumir que el que la ve ya conoce el "asunto" y que, por lo tanto, no hay que explicarle nada, en ser algo funcional, dirigido, publicitario (en el sentido de mandar un mensaje que llegue al espectador con la máxima inmediatez y fuerza, desdeñando ambigüedades, complejidades, matices, información o debate), atronador y de brocha gorda. El arte es otra cosa, el cine, por malo que sea, también; pretenden algo diferente, intentan iluminar, comprender, crear, investigar, aventurar, dudar, cuestionar, preguntar, entretener...
En este caso, se da todo por supuesto; es el retrato del mal absoluto, sin principio ni fin, porque sí, el entorno (social, económico, político, moral... ) se da por conocido y ya. No aprendemos ni sabemos nada de las causas, no hay explicaciones (ni se pretende) ni raíces. Te lo meten en el alma (en la sangre, en el miedo), todo, a empellones, y punto.
Se alude, indirectamente, se da por sabido o descontado, que es algo que hay que denunciar, que es un hecho tan horrible y repugnante que alguien pueda maltratar, agredir, incluso matar a su familia, que no es necesario añadir más ni marear la perdiz, que el espectador, si no quiere ser un desalmado, tiene que aceptar obligatoriamente la propuesta, aplaudirla incluso, obvia, indudablemente, por el peso moral que acarrea, es de justicia. Pero, como ya he dicho, el cine (el espíritu, el humanismo o como demonios lo queramos llamar) es otra cosa, debería serlo, no debería partir de ideas preconcebidas ni negarse a profundizar, tendría que intentar ir más allá, ayudarnos a entender, pretenderlo por lo menos, lograr un espacio abierto y dialogado, no convertirse en un martillo pilón cargado de severidad monolítica y admonitoria (como si fuésemos simples receptores, pasivos, programados, sin capacidad crítica ni curiosidad ninguna), ni mucho menos en homilía aterradora patrocinado por el poder de turno.
En las cuestiones técnicas e interpretativas es impecable. De pocos medios, pero es un trabajo bien hecho.
El (gran) problema que yo veo es que, en verdad, no es una película o una historia, es una continuación, alargada y embellecida, de los anuncios de las campañas contra los malos tratos, una recreación inspirada pero igual en lo esencial; en el tono, la intención y los medios, en el hecho de intentar asustar, conmocionar e impresionar, en dar por supuesto el contexto, en asumir que el que la ve ya conoce el "asunto" y que, por lo tanto, no hay que explicarle nada, en ser algo funcional, dirigido, publicitario (en el sentido de mandar un mensaje que llegue al espectador con la máxima inmediatez y fuerza, desdeñando ambigüedades, complejidades, matices, información o debate), atronador y de brocha gorda. El arte es otra cosa, el cine, por malo que sea, también; pretenden algo diferente, intentan iluminar, comprender, crear, investigar, aventurar, dudar, cuestionar, preguntar, entretener...
En este caso, se da todo por supuesto; es el retrato del mal absoluto, sin principio ni fin, porque sí, el entorno (social, económico, político, moral... ) se da por conocido y ya. No aprendemos ni sabemos nada de las causas, no hay explicaciones (ni se pretende) ni raíces. Te lo meten en el alma (en la sangre, en el miedo), todo, a empellones, y punto.
Se alude, indirectamente, se da por sabido o descontado, que es algo que hay que denunciar, que es un hecho tan horrible y repugnante que alguien pueda maltratar, agredir, incluso matar a su familia, que no es necesario añadir más ni marear la perdiz, que el espectador, si no quiere ser un desalmado, tiene que aceptar obligatoriamente la propuesta, aplaudirla incluso, obvia, indudablemente, por el peso moral que acarrea, es de justicia. Pero, como ya he dicho, el cine (el espíritu, el humanismo o como demonios lo queramos llamar) es otra cosa, debería serlo, no debería partir de ideas preconcebidas ni negarse a profundizar, tendría que intentar ir más allá, ayudarnos a entender, pretenderlo por lo menos, lograr un espacio abierto y dialogado, no convertirse en un martillo pilón cargado de severidad monolítica y admonitoria (como si fuésemos simples receptores, pasivos, programados, sin capacidad crítica ni curiosidad ninguna), ni mucho menos en homilía aterradora patrocinado por el poder de turno.
En las cuestiones técnicas e interpretativas es impecable. De pocos medios, pero es un trabajo bien hecho.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El final es horrible, por morboso y terrible. Según lo visto, no tiene ningún sentido ese comportamiento tan salvaje y abyecto. Nada de lo presenciado sirve como causa. Han sido todo consecuencias y horrores. Para entender esta conclusión se recurre (se supone) a que el espectador ya sabe. Es decir, la explicación viene de fuera, no de la lógica interna de la película. Desde el exterior (desde la "realidad") se entiende, desde el interior (la ficción) no.
Acaba y sigues como estabas, nada de lo visto te ha aportado en ningún aspecto; te han incomodado con pericia, solo eso. No entiendes nada de ese asesino, no se han tomado la molestia de decirte nada de él, de dónde viene, por qué es así, qué vida lleva, cuáles son sus rutinas, su carácter, qué piensa... Ni sabes nada de esa mujer, ni del matrimonio, si fue siempre así, cómo evolucionó, cómo se conocieron, sus relaciones familiares..., nada, miedo, solo miedo y brutalidad.
La exaltación del terror sin motivo, a lo bestia. Es, en el fondo, perniciosa, ya que la negación de la razón, su exclusión absoluta, radical, como método discursivo en favor del impacto y el aturdimiento, impide cualquier acercamiento o conocimiento, lo elimina de raíz, convirtiendo el conjunto en una debacle artística, y moral, provocando confusión y ruido.
Acaba y sigues como estabas, nada de lo visto te ha aportado en ningún aspecto; te han incomodado con pericia, solo eso. No entiendes nada de ese asesino, no se han tomado la molestia de decirte nada de él, de dónde viene, por qué es así, qué vida lleva, cuáles son sus rutinas, su carácter, qué piensa... Ni sabes nada de esa mujer, ni del matrimonio, si fue siempre así, cómo evolucionó, cómo se conocieron, sus relaciones familiares..., nada, miedo, solo miedo y brutalidad.
La exaltación del terror sin motivo, a lo bestia. Es, en el fondo, perniciosa, ya que la negación de la razón, su exclusión absoluta, radical, como método discursivo en favor del impacto y el aturdimiento, impide cualquier acercamiento o conocimiento, lo elimina de raíz, convirtiendo el conjunto en una debacle artística, y moral, provocando confusión y ruido.