La década de 1970 estuvo marcada por obras cinematográficas transgresoras, que a menudo combinaban el arte con el erotismo. El cineasta húngaro Miklós Jancsó intentó adherirse a esta tendencia, pero el resultado fue patético. La propuesta, idealizada con la ayuda de la guionista italiana Giovanna Gagliardo, era hacer una adaptación libre de la tragedia de Mayerling, cuestionando la verdadera causa de la muerte del príncipe Rodolfo y su amante, la baronesa María Vetsera. La idea era buena, pero terminó siendo un espectáculo grotesco y aburrido, cuyo objetivo parece ser, sobre todo, el escándalo por el escándalo.

¡Entre los mayores equivocos cometidos está la representación de Maria Vetsera como una hermafrodita que trabaja en un circo! Y la actriz elegida para este fastidioso papel fue la bella inglesa Teresa Ann Savoy, quien, en la misma época, apareció en otras extravagancias cinematográficas ("Calígula" es su película más conocida). Es lamentable ver a una actriz tan hermosa y carismática desperdiciada en una basura como esta.

En una entrevista concedida en 2007 a la revista "Nocturno", Teresa expresó su rechazo al papel y yo estoy totalmente de acuerdo con ella, ya que es un papel ridículo, desprovisto de otro propósito que no sea impactar. En el guión se menciona que ella es la baronesa de Gales, lo que me hizo pensar "¿cómo puede un freak show circense ser, al mismo tiempo, una baronesa?" Solo en la mente de Gagliardo y Jancsó.

La mayor parte de la película se centra en personas desnudas riendo y bailando, en un supuesto intento de ataque al poder, lo que acaba atacando es el buen gusto del espectador, el tamaño es el caos que se muestra en la pantalla.
Jancsó logra crear unas bellas composiciones de imágenes, que se pierden en medio del vacío argumentativo.

En el momento de su estreno, la película causó cierto escándalo, pero hoy está relativamente olvidada. Sería bueno que se hubiera perdido para siempre. Sería menos un bodrio en la historia del cine.