Uno debe estar en esos días en que por mucho que se esfuerze no es capaz de reconocer a medio metro: "una aventura extraordinaria más allá de lo imaginable", con múltiples nominaciones sobre sus espaldas.

Es posible que en mi debe esté que es la primera película que veo de un señor con una filmografia tan respetable como Mamoru Hosoda. Solo puedo comparar, y todas las comparaciones siempre son odiosas, con otros señores de anime japonés como Shinkai, Yonebayashi, Takahata o Miyazaki, que me debieron pillar en otros días en que no tenía que esforzarme nada para disfrutarlos.

Así pues las andanzas, pataletas y berrinches de este príncipe destronado que viaja cual Scrooge dickensiano para darse cuenta de lo que tiene en casa, inspirado en los hijos del director, me aburren lo suficiente como para que algunos brillantes pasajes de su periplo onírico no sean capaces en el último tramo de redimirle como seguramente se merece. Lo dicho, la culpa es de "esos días"

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