Lo primero que hay que decir, es que está muy bien ambientada. Los autores de la película se han esforzado por mostrar con un alto nivel de fidelidad cómo es España. El cortijo andaluz, donde viven los toros, el campo malagueño, el pueblo de Ronda, la ciudad de Madrid con sus calles adyacentes a la plaza Mayor, sus zonas turísticas y la plaza de Las Ventas. El problema viene, porque todo este entorno está al servicio de la historia, y ésta es bastante pobre. Para empezar, tergiversa bastante la fiesta del toreo. Los toros buenos, los toreros malos, “siempre pierde el toro” es el eslogan a seguir. Yo no estoy particularmente interesado en las corridas de toros. He asistido a muy pocas, pero lo que se plantea en esta película, es absurdo, aunque sea infantil y de dibujos animados. Pero es que además, es aburrida. Hay momentos en los que incluso aburre a los niños. Hay personajes, que son completamente idiotas, y sin gracia ninguna. Sólo al final hay un poco de imaginación y esto levanta un poco el ánimo del público infantil, que puede llegar incluso a aplaudir al final de la película. Detrás de la historia, hay un poco lo de siempre, el mensaje políticamente correcto del ecologismo, el anti taurismo y el pacifismo, pero llega a niveles bastante grotescos. Nada hubiera costado haber tratado el tema con un poco más de comedimiento, introduciendo por ejemplo algún personaje que ensalzara un poco la valentía del torero o mostrara algo de la realidad que hay detrás del mundo del toro bravo. Una oportunidad y muchos medios desaprovechados y utilizados para contar una historia, muy pero que muy mediocre.