Hagamos un cálculo. Esta peli es de 1984, y habla de un apocalipsis nuclear en el 2015, es decir 31 años después. Entonces los humanos se esconden bajo tierra para evitar la radiación, y un grupo de ellos se aventura a salir 225 años después ¿Por qué van vestidos como en los años 80 y conducen motos de los años 80? Vale que la peli es de bajo presupuesto, pero tampoco cuesta tanto que un sastre hubiese diseñado unas vestimentas, no digo ya futuristas, pero sí menos ochenteras, ¿no?

La peli es bastante mala. Si pensáis que Antonio Resines sobreactúa, esperad a ver a la rubia que se asusta de las ratas, una tal Ann-Gisel Glass. Pero el resto del elenco tampoco le va a la zaga, no creáis.

El apartado de efectos especiales es lo mejor de todo, porque son tan cutres que te hacen reír. Es lo que más valor le da a la película. Para poder filmar un grupo de ratas juntas, lo que hacen es echarles unos cilindros pequeños de comida al suelo, de manera que ellas comen ahí tranquilamente. Pues esos planos los utilizan media docena de veces. Te partes viendo como los actores pasan de puntillas entre las ratas, porque pueden ser atacados en cualquier momento, mientras ellas comen plácidamente. Y no hablemos de una escena en la que se supone que un ejército de ratas inunda un pasillo. Anda que no se nota que es un mecanismo con ratas de juguete pegadas.

Si eres amante de las pelis cutres de videoclub de los 80, esta hará tus delicias. Además, lo mejor de todo es su imaginativo final.