Ver para creer! Gabriel Retes se anticipa 11 años a la obra de Wolfgang Becker, "Good Bye Lenin". Pareciera un atrevimiento referenciarla con la que nos atañe hoy, mas el planteamiento guarda esa familiaridad que es inútil no mencionar. “El bulto” también enmarca como protagonista a un sujeto de convicciones políticas irrevocables y víctima de un coma prolongado con el cual pausó su tiempo y realidad, esa, ahora inconexa con la de su presente (20 años después) y revivida con su despertar repentino.

La carta fuerte sin lugar a dudas es el argumento como bien se puede leer. A diferencia de Wolfgag Becker quien se deslinda rápidamente de ésta pasados los minutos de su obra y enmarcada en una mentira por sostener, Retes se enfoca en el drama familiar y el choque de ideologías entre uno y otros; el que sigue encajonado con ideas progresistas contra aquellos que las cambiaron en los años 90 por creerse beneficiados con los "privilegios" del sistema. Ese choque no paraba solo con los conocidos y amigos, también lo era con nuevas generaciones, por el hecho de pertenecer a un estrato social mucho más desahogado y que les ahorró emitir cualquier tipo de manifestación de desacuerdo con el régimen político que aún prevalecía en el poder y que continuaba con las tiranías de quienes se encontraban al frente.

Todo lo anterior es parte de lo que veremos en gran parte del metraje, pero de pronto la línea se va hacia las complacencias, a un cierre desentonado y poco convincente, contrapuesto al planteamiento y que remite a guionistas poco esforzados por ahondar más en ese shook que representa el despertar de un hombre ausente por varios años.

Otros aspectos que demeritan el resultado en general son la música y algunas actuaciones. Lo primero de acuerdo a una década pobre en producción musical para cine, al más puro estilo de video casero. Lo segundo lo menciono por la incursión de actores juveniles muy verdes, cortos en interpretación y con deficiencias histriónicas notorias, aun cuando en el elenco se respalda con un Héctor Bonilla, José Alonso y Delia Casanova.

Recomendable, pero con reservas.