A unos años de comenzar el nuevo siglo, los productores de televisión han puesto énfasis para atraer la mirada del público al precio que cueste; sorprendido de muchas formas y generar eso tan valioso para los empresarios y anunciantes, el rating, es la forma de subsistir en el ámbito de los medios de comunicación. Y es el formato de serie semanal el que faltaba de explotarse en México. Por años la importación de estos programas del vecino país ha sido una inversión redituable para las televisoras, sin embargo la idea de producción interna ha sido tomada en serio y comienzan a realizarse con más habitualidad desde 2007 en nuestro país por las distintas cadenas.

La producción de series puede ser un ejercicio complicado cuando se trata de nuevos proyectos y en efecto asegurar la inversión hecha por los empresarios, no obstante se recurre a prácticas cada vez más comunes hoy en día: la re-adaptación de historias provenientes de diversos lugares a la audiencia local, a quien finalmente dirigen el producto. Mediamates, a cargo de su productor, ha obtenido los derechos de la teleserie argentina “Mujeres asesinas”, donde se relatan los motivos que tienen sus protagonistas para tomar decisión del homicidio como respuesta a sus problemas, programa de rotundo éxito en su país de origen.

Para su versión mexicana, el productor ha decidido reunir a trece actrices, de las cuales pocas habían tenido un acercamiento con otro tipo de papeles; la mayoría predominaron en los melodramas y se convirtieron por años en figuras de sumisión y candidez, incapaces de un sentir humano real, rencor o venganza, a un grado risible y patético.

Los tiempos cambian y el momento de las anti-heroínas llega a la pantalla chica mexicana, dentro de estos trece episodios encontramos un poco de todo, y bajo las comparaciones con otra nacional y de temática similar, Capadocia, cabe decir que se encuentra por debajo de lo esperado. Lo anterior y como preámbulo, un primer capítulo (Sonia desalmada), en el que la interpretación es vergonzosa y deja al descubierto una asesina ridícula empotrada en las villanas de cualquier culebrón; pésima carta de presentación para el proyecto, complementado por unas oficinas de investigación muy apegadas a los sueños de primer mundo que tiene Felipe Calderón (dícese primer mandatario de este país); y concluir esos móviles de la primera homicida, que al ser extraído de un caso real, deja ver las pobres ocupaciones de una trastornada mental.

Y aunque el primer episodio resulta irritante, viene continuado por doce más, con mayor compromiso por quien dirige y actúa; sin omitir aquéllos en donde la trama sirve como un buen somnífero o bien te encuentras a la expectativa que tan profesionales son las actrices lejos del estereotipo.