Acabo de terminar de ver de esta cinta, en versión original y con todos sus ruidos de copia antigua, de polvo retenido de allá por 1936. Y qué decir. ¡Qué grande es James Cagney! Sin duda uno de mis actores favoritos de todos los tiempos. Un clásico que sin estar situado en la primera línea del celuloide como los Bogart, Cooper, Mitchum, etc. consigue en cada película en la que aparece hacerme disfrutar y admirar lo que es una tremenda interpretación llena de personalidad y naturalidad.

Voy a dedicarle esta crítica a él. A este neoyorquino icono artístico del gángster americano de los años treinta y cuarenta. Pero su carrera, su vida, estaba muy alejada de este ambiente. Proveniente del mejor teatro de broadway su talento le valió también para bordar musicales, comedias, dramas o incluso como en esta película ser la bandera de la honestidad, de la honradez y de la lucha contra lo corrupto. Esta cinta, con un guión simple aunque trabajado y sin mucho glamour, representa perfectamente lo que era capaz de hacer James: subir el nivel de interés y de calidad de un film hasta el infinito.

James Cagney...¡qué grade fuiste y qué grande eres cada vez que me siento a disfurtar de tus interpretaciones!. Gesto torcido, bien plantado, mirada profunda de arriba a abajo y perfil derecho más adelantado que el izquierdo en tono desafiante. Ahí está. Un ídolo. Un maestro. Un clásico con clase. ¿Qué quién me gustaría ser y quién soy en mis sueños de cine? Pues la respuesta ya la tenéis en estas líneas de arriba...o más bien la respuesta está en la filmografía de este genio. Divertiros con ella como lo hago yo.