En mi opinión, se trata de un valiosísimo documental, tanto por sus experimentos visuales (la imagen se divide a veces en dos, e incluso en tres, para mostrarnos diversos aspectos, desde diversos ángulos, de un concierto de Elvis Presley) como por su capacidad de testimoniar y retratar el ambiente de esos conciertos, y especialmente del público que asistía a los mismos, un público que, es curioso, era de distintas generaciones, y a veces se componía de familias enteras. Las muchas admiradoras del cantante muestran un entusiasmo que está lleno de una pulsión sexual poco disimulada; los hombres, lógicamente, eran más discretos. La película también trata de penetrar en la personalidad del propio Elvis, y, como espectadores, nos sentimos casi como si estuviéramos acompañando al ídolo en su gira, en el coche, en el avión, o en los prolegómenos de sus actuaciones.

En resumen, creo que es un documental de obligado visionado para todos aquellos que estén interesados en Elvis Presley, así como en su imagen pública, en su música y en su público.