Gilliam Armstrong, nos entrega una película más que aceptable, apoyada principalmente en tres aspectos, el primero: el trabajo de los actores, una magnífica Cate Blanchett, un sobrio y excelente Billy Crudrup, y un soberbio Michael Gambon, el segundo: la bellísima y delicada fotografía de Dion Beebe (magnífica en toda la película y muy en particular las vistas de esos campos de Lavanda), el tercero y de bien seguro el menos afortunado ese guión de Jeremy Brock al que quizás se le hecha en falta una mayor ambición para lograr que la película en ciertos momentos pueda caer en el melodrama.

Estoy de acuerdo con los que dicen que la cinta pueda estar realizada para lucimiento de Cate Blanchett, pero tienen que tener en cuenta que cada pliego de su rostro, destello de su mirada, así como el movimiento de su cuerpo, llenan por completo la pantalla, Cate no actúa ni interpreta, simplemente es, y se complementa con un muy acertado Crudrup, formado una pareja con química, y si les añadimos el sólido trabajo del irlandés Michael Gambon, el trío de actores hacen creíble la historia. Y al final nos encontramos con una película muy bien ambientada, bien dirigida y con unas interpretaciones muy acertadas. Lástima de guión, con un poco de más fuerza Gilliam Armstrong hubiera conseguido una obra totalmente redonda.

Si tiene ocasión, véanla, las interpretaciones y la fotografía son excelentes.