Tal vez no sea una de las mejores películas de Alain Delon, y fue la última que filmó con el director Jacques Deray.
Sin embargo, se lo puede ver en el papel de un médico reconocido, aparentemente con todos los beneficios de una trayectoria impecable en su carrera, un hogar burgués acomodado, una hija talentosa y una amante ardiente, pero atormentado por el fantasma del pasado, representado en un osito de peluche. A pesar de su lucha interior, como siempre, compone un personaje frío y distante, con sus imperturbables ojos azules, que no dejan entrever sino hasta el final, cuál será su reacción frente al dilema que lo acosa...o no tanto.