Daniel (Alfredo Landa) un buen hombre de pueblo, propietario de un toro semental llamado Celedonio accede a trasladarse a Barcelona para casarse por poderes con Araceli Palomeque (Emma Cohen) a petición de Antonio (Ricardo Tundidor) un amigo que no la conoce y que se halla trabajando en el extranjero.

Estamos ante una, aunque vilipendiada por la crítica (ya saben, aquello del landismo), pasable comedia romántica de enredos varios al más puro estilo Mariano Ozores (guion y dirección), protagonizada por ese excelente animal de escena llamado Alfredo Landa en uno de esos papeles en los que tan bien se desenvolvía, en este caso como el paleto honrado y en un momento dado hasta corajudo que se enamora de la chica con la que se iba a casar en nombre del amigo, la cual trabaja en una barra americana y también se enamora de él, con las lógicas consecuencias y líos que tal imprevisto forma en amigo, novia que deja en el pueblo (Josele Roman) y brutotes hermanos de esta.

Narrada en tono humorístico (divertido Antonio Ozores como ese pícaro conseguidor cuya oficina es una furgoneta Mercedes) y recatada para lo que por la época se estilaba (no hay desnudos), tan solo añadir lo guapa y sensual que luce esa esplendida mujer llamada Emma Cohen y la aparición de una Florinda Chico también guapa como la compañera de piso y de barra de la Cohen.