No tiene barrotes que me obliguen a quedarme aquí, hay abundante agua y comida, y mi mamá siempre canta intentando que me una a ella. Hay un pequeño columpio donde me paro a pensar ¿y si todos guardásemos las llaves de los lugares comunes donde como sonámbulos nos gustaría regresar? Una pregunta que me hago para soñar con los ojos abiertos. Sin salir de aquí lo veo todo más claro, han pasado muchos años y acumulo recuerdos de una infancia, de una vida, de un lugar. Recuerdos que se mezclan con ideas, imaginación y memoria contemplativa, un arte completo. Todo ocurre a través de mis bonitos ojos, sucios, monocromáticos, fieles, ocurrentes.

"Winnipeg, Winnipeg, my Winnipeg"

Esta es su amplia y recurrente jaula, el primer hogar, al que siempre se vuelve y del que nunca se puede separar. Un viaje finito por cada uno de los detalles que recrea en su mente, que se nos presentan como la extensa memoria histórica de un cineasta, de su propia ciudad, del mundo paralelo que homenajea con los ricos matices de un inventor de quiméricas realidades.

Porque quién no conoce todos los secretos de su ciudad, es sencillo, vital, pero atreverse a diseccionar nuestra jaula como animales zurdos que dominan su entorno bucólico, puede llevarnos a los inexplorables terrenos de nuestras fábulas ocultas.