Entre Shakespeare y Shakespeare, Kenneth Branagh quiso hacer una incursión en el cine noir con toques románticos, y la verdad es que no le salió nada mal.
Qué mejor musa que su entonces esposa, Emma Thompson, y qué mejores secundarios, debió pensar Branagh. Y es que por allí desfilan, como quien no quiere la cosa, Robin Williams, Derek Jacobi y Andy García (que tuvo unos años 90 muy noirs, la verdad), pero además la narración resulta de lo más entretenida y enrevesada. Prepárense para saltos en el tiempo, personajes dobles y todo tipo de trucos que mantienen el interés del espectador.
Obviamente, no es la mejor película de ninguno de los implicados, pero sí es muy entretenida y sin duda una pieza curiosa y única en las carreras de todos ellos.