Un comienzo algo prometedor se insinúa en lo que parece un drama social salpicado de humor, con el estímulo que supone el protagonismo de dos grandes de la pantalla, Spencer Tracy y Jean Harlow.
La dura vida de los trabajadores del muelle, los pescadores atuneros y sus mujeres en las fábricas de conservas junto con la descripción de ese bajo mundo, sus covachas, sus tabernas, sus costumbres y su modo de vida, es lo más interesante que podemos destacar aquí.
Una incipiente huelga se nos muestra que Tracy abortará con gran tino al descubrir que, en realidad, promueve los intereses del armador ( Joseph Calleia), que así puede contratar mano de obra más barata y despedir a sus trabajadores por incumplimiento de contrato.

Nada, nada, nada.
Fuegos artificiales y excusa argumental que despachan sin ningún complejo.
En realidad lo que les interesa contar aquí es la extrañísima historia de amor entre Harlow y Tracy, que se pasan toda la película gritándose como verduleros pero no les impide contraer un matrimonio que ! joder, tío! estaba condenado desde el minuto uno, mientras nos van relatando la transformación y aprendizaje de un fanfarrón y soberbio Tracy ( no estamos acostumbrados a verlo en esta clase de papeles) que precisará una cura de humildad y sacrificio para superar su egoísmo.
Las interpretaciones son muy buenas también por parte de los secundarios que añaden mucha credibilidad al relato.
Una Merkel estupenda como curtida hermana de la protagonista. Un jovencísimo Mickey Rooney en su papel de rapaz barriobajero...Todos contribuyen y aportan calidad a la película.
Pero la historia...no, no y no.
Es muy simple y, a la vez, confusa. No se comprende a dónde se quiere dirigir ni qué pretende. Parece, en un momento, querer ser un film denuncia para luego convertirse en un melodrama folletinesco. El protagonista es incomprensible. No sabes si lucha por un ideal o por los intereses de sus compañeros o si, por el contrario, es un jeta de mucho cuidado que se cree San Dios.
El personaje de la Harlow es más simple aún. Pero ninguno de los dos consigue despertar mis simpatías. Esto hace que no haya conseguido entrar en la película. Para mí, fallida.