Media votos
6,1
Votos
701
Críticas
30
Listas
6
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de Rododendro:
10
7,7
76.912
Drama
En Ciudad de México, un fatal accidente automovilístico afecta trágicamente a tres personas. Octavio, un adolescente, decide escaparse con Susana, la esposa de su hermano; el Cofí, su perro, se convierte en el instrumento para conseguir el dinero necesario para la fuga. Al mismo tiempo, Daniel, un hombre maduro deja a su esposa y a sus hijos para irse a vivir con Valeria, una hermosa modelo. El mismo día en que celebran su nueva vida, ... [+]
9 de noviembre de 2007
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sublime película que crea un paralelismo entre el perro y el hombre llegando a la conclusión que el hombre no es más que un sucio perro que actúa por impulsos sin llegar a utilizar el cerebro o la capacidad de decidir que le ha sido naturalmente otorgada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Se crea un paralelismo entre el personaje, que mata por dinero, y su perro y queda recogida la dicha de que "cada perro se parece a su dueño", típico tópico, sin duda, que en este caso es relevante no pasar por alto.
Es necesario, para hacer reaccionar al personaje, un hecho crucial, como lo es la muerte a manos de su perro de sus otros fieles compañeros, que le hará verse reflejado en su perro y por el cual cambiará su modus vivendi.
Magnífica escena que plasma sublime y sutilmente la manera en que un factor externo llega a tergiversar toda una vida aunque, sea dicho de paso, en este caso es necesario para la toma de consciencia que experimenta el personaje de los derroteros por los que ha sido encauzada su vida.
En una primera lectura el hecho en sí puede ser percibido como una lástima y se puede, como el vagabundo, sentir una terrible ira y un odio que puede desembocar en expulsar al factor externo de nuestra vida. No obstante, tras una inspiración profunda, el personaje cae en la cuenta de que todo aquello no es más que una mera imagen de él mismo. Un mercenario que mata por ser su oficio y, como en todo oficio, el hombre es el responsable de adiestrar, por una parte, y de compensar el esfuerzo con una compensación económica.
Tanto él como el animal, han sido adiestrados para matar. La única diferencia estribe en la causa. La suya, directa (le pagan los humanos para que mate) la del perro, indirecta, los humanos lo utilizan como herramienta y como fuente de ingresos en las peleas de perros callejeras. El caso es que ambos han desarrollado un instinto asesino automático sin cuestionarse el porqué de sus actos, sin ir más allá en sus reflexiones.
La vida te va llevando hacia un sitio u otro pero el dejarse llevar depende se uno mismo. En el caso del perro, el animal actúa por impulso, es el de supervivencia pues mata o le matan, el hombre no. Es la mayor diferencia entre el uno y el otro, la capacidad de razonar. No obstante, los humanos son pintados como meros animales que se abandonan al tiempo y a los hechos que van sucediendo. Sucumbimos a las presiones externas. Aprendemos a reaccionar en función de unas pulsiones y de unos impulsos que la sociedad trata de enmascarar con la supuesta civilización pero que, al final, al ser inherentes al ser humano o al ser vivo, acaban por salir o manifestarse de un modo u otro. Y, de repente, te encuentras en el ocaso de tu vida, maldiciendo tu pasado, arrepintiéndote por haber tomados ciertas decisiones, lamentando haberlas adoptado a oscuras o bajo el influjo de unas emociones no educadas y que no han sabido gestionarse adecuadamente.
Con esta escena, se nos comunica que cada uno es artífice de su propia tumba. Pocos son los que se dan cuenta de esto a tiempo. Pocos son los que llegan a parar la inexorable, y aquí recojo una visión Lynchiana de lo que es el mundo, rueda de la vida.
El resto, como vemos al final de la película, perros nacieron y perros permanecerán.
Es necesario, para hacer reaccionar al personaje, un hecho crucial, como lo es la muerte a manos de su perro de sus otros fieles compañeros, que le hará verse reflejado en su perro y por el cual cambiará su modus vivendi.
Magnífica escena que plasma sublime y sutilmente la manera en que un factor externo llega a tergiversar toda una vida aunque, sea dicho de paso, en este caso es necesario para la toma de consciencia que experimenta el personaje de los derroteros por los que ha sido encauzada su vida.
En una primera lectura el hecho en sí puede ser percibido como una lástima y se puede, como el vagabundo, sentir una terrible ira y un odio que puede desembocar en expulsar al factor externo de nuestra vida. No obstante, tras una inspiración profunda, el personaje cae en la cuenta de que todo aquello no es más que una mera imagen de él mismo. Un mercenario que mata por ser su oficio y, como en todo oficio, el hombre es el responsable de adiestrar, por una parte, y de compensar el esfuerzo con una compensación económica.
Tanto él como el animal, han sido adiestrados para matar. La única diferencia estribe en la causa. La suya, directa (le pagan los humanos para que mate) la del perro, indirecta, los humanos lo utilizan como herramienta y como fuente de ingresos en las peleas de perros callejeras. El caso es que ambos han desarrollado un instinto asesino automático sin cuestionarse el porqué de sus actos, sin ir más allá en sus reflexiones.
La vida te va llevando hacia un sitio u otro pero el dejarse llevar depende se uno mismo. En el caso del perro, el animal actúa por impulso, es el de supervivencia pues mata o le matan, el hombre no. Es la mayor diferencia entre el uno y el otro, la capacidad de razonar. No obstante, los humanos son pintados como meros animales que se abandonan al tiempo y a los hechos que van sucediendo. Sucumbimos a las presiones externas. Aprendemos a reaccionar en función de unas pulsiones y de unos impulsos que la sociedad trata de enmascarar con la supuesta civilización pero que, al final, al ser inherentes al ser humano o al ser vivo, acaban por salir o manifestarse de un modo u otro. Y, de repente, te encuentras en el ocaso de tu vida, maldiciendo tu pasado, arrepintiéndote por haber tomados ciertas decisiones, lamentando haberlas adoptado a oscuras o bajo el influjo de unas emociones no educadas y que no han sabido gestionarse adecuadamente.
Con esta escena, se nos comunica que cada uno es artífice de su propia tumba. Pocos son los que se dan cuenta de esto a tiempo. Pocos son los que llegan a parar la inexorable, y aquí recojo una visión Lynchiana de lo que es el mundo, rueda de la vida.
El resto, como vemos al final de la película, perros nacieron y perros permanecerán.