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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Fedra es la esposa de Thanos, un armador griego que tiene un hijo de su primer matrimonio, Alexis, que vive en Londres. Cuando Thanos se entera de que Alexis ha dejado sus estudios, ruega a Fedra que viaje a Inglaterra para disuadir al joven de sus planes. Fedra no quiere ir, pues sabe que el muchacho siente aversión por ella, pero, ante la insistencia de su marido, acaba cediendo. Contra lo previsto, Fedra y Alexis simpatizan ... [+]
24 de febrero de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue, en el año 428 a. de C., cuando se estrenó “Hipólito” (Ἱππόλυτος), otra de esas tragedias de Eurípides con las que levantaba una gran polvareda por su adelantada posición frente a la cultura que le tocó vivir. Esta vez, su alegato es en contra de ‘el destino trazado por los dioses’, a los cuales tradicionalmente se atribuía esta voluntad que, según interpreta Eurípides, iría en plena contradicción con la libertad, hecho que los haría despreciables puesto que, los seres humanos quedaríamos reducidos a simples títeres de su caprichoso juego, y esto, en consecuencia, nos exoneraría de toda responsabilidad. Es entonces, cuando surgía el cómodo argumento de “hagamos lo que se nos antoje que, si los dioses lo permiten, es porque así debe ser”.

El argumento, tiene como protagonista a Hipólito, hijo de Teseo e Hipólita, pero, al morir ésta, el padre contrae segundas nupcias con Fedra, hija de Minos el rey de Creta. Hipólito tiene una actitud despectiva contra la diosa Afrodita, y al rechazar el matrimonio y las experiencias sexuales, ésta, rabiosa, decide castigar la alta virtud que demuestra el muchacho, animando en Fedra que se enamore de él. Lo que se aviene, dará lugar a una cruel tragedia en la que, la voluntad de los dioses, ha tenido un fuerte peso en las decisiones que han tomado unos seres humanos de la más alta idoneidad.

En versión completamente libre -razón por la que se omite el crédito a Eurípides-, y partiendo de ésta -y también de lo que se conoce sobre una segunda obra desaparecida identificada como "Hippolytos Kalyptomenos" (donde Fedra, al parecer resultaba mucho más atrevida)-, pero haciendo reconocimiento al conservar en el título y en el personaje su nombre (los demás fueron cambiados), Margarita Liberaki y Jules Dassin, hacen una puesta al día de esta historia, liberan a los dioses de su intervención en la voluntad humana -con lo que complacen a Eurípides-, pero, recrean también una tragedia donde se demuestra que “tenerlo todo” (en lo relativo a lo material) no es suficiente para encontrar la felicidad.

Fedra cree tenerlo todo: Un hombre muy apuesto que la ama y que, además, es un empresario del más alto éxito -posee una gran flota de barcos-; tiene con él un hijo que ha nacido sano y que no ofrece problema alguno; viaja a donde quiere y es regalada con joyas de gran valía. Habita en una casa donde nada material entra en falta, y cuenta, además, con una doncella que moriría por ella… y hasta luce dispuesta a llenar alguno de sus vacíos (infortunada elección de la actriz para este caso).

Pero, cuando conoce a Alexis, el hijo pintor del primer matrimonio de su esposo, Fedra sentirá que el anillo más valioso carece por completo de significado… y un amor profano va a tener lugar en un entorno donde las nubes grises se avistan en la distancia.

El director Jules Dassin, ambienta su historia en Londres, París y Atenas, dando así una amplia cobertura al conflicto que se plantea; se sirve, en esta ocasión, de la eficaz música de Mikis Theodorakis; y vuelve a tener a su esposa, Melina Mercouri, en un rol que le permitirá lucir su fuerte carácter y su capacidad de seducción. Su papel superará en potencia lo planteado por Eurípides, y para gusto de éste, es la suerte de mujer que asume retos y que, con su vida, defiende lo que la apasiona.

El drama es intenso, tiene momentos de gran fuerza dramática… y "FEDRA" quizás nos permita ver, cómo las estructuras más sólidas siempre se desmoronan por aquellos pilares a los que no se brindó la suficiente solidez.

Σας ευχαριστώ, σ 'αγαπώ! (¡Gracias, te amo!), es una frase que, con la mayor frecuencia posible, deberíamos inspirar en aquellos seres que de verdad nos importan… y para que esto suceda, debemos servirnos de gestos valiosos, palabras amorosas y, sobre todo, acciones constructivas.
Luis Guillermo Cardona
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