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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Musical. Romance Adaptación de un musical basado en una novela de Margaret Landon. En 1862, Anna Leonowens, una institutriz inglesa, llega al palacio real de Siam para hacerse cargo de la educación de los hijos de un autoritario monarca, quien, cautivado por su gran personalidad, la convierte en su confidente (FILMAFFINITY)
30 de noviembre de 2013
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy por creer que el “secreto” romance entre la institutriz Anna Leonowens de Inglaterra y el rey Mongkut de Siam (hoy Tailandia), es una de las más bellas historias de amor que nos haya contado la literatura y el cine. Era Anna una mujer viuda, tenía un hijo de unos 10 años y se había aventurado a viajar con él hasta la exótica Siam para hacer las veces de intitutriz de las decenas de niños que tenía el machista rey (a los que se irían sumando todos los que nacieran), y de paso, debía enseñar inglés y buenos modales a las también decenas de mujeres con que contaba en sus noches el galgo Mongkut, mientras seguía en la lucha contra los afanes de colonización que tenían los ingleses (y por supuesto los franceses) al saber de las riquezas con que contaba su país. El argumento era simple: “El rey es un bárbaro y su pueblo está pasando por toda suerte de vejámenes. Hay que destronarlo”.

Mongkut se había empeñado entonces en occidentalizar la cultura de su pueblo, y con la presencia de Anna daba inicio a este nuevo proceso, con lo que esperaba borrar de tajo la imagen que albergaban y promovían los imperialistas.

Conservada primero en los diarios de Anna Leonowens; convertida después en una novela, “Anna y el rey de Siam”, por Margaret Landon, la cual sería llevada al cine, en 1946, bajo la dirección de John Cromwell; y transformada luego en un exitoso musical por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, la ya mítica historia de amor resonó en los escenarios, emocionó a millones de personas, motivó elogiosos comentarios… y dió al actor de ascendencia rusa, Yul Brynner, el personaje por excelencia con el que cargaría durante el resto de su vida. Hizo primero 1.246 representaciones que le merecieron el premio Tony. La representó luego en el cine y se llevó el premio Oscar. Volvió con la obra a Brodway en 1977, y finalmente la representó en 1981, a sabiendas de que lo venía consumiendo el cáncer, pero terminó triunfante en Broadway a solo cuatro meses de que terminara su vida. Al final, había alcanzado la cifra récord total de ¡4.625 representaciones! Definitivamente, ese gran actor y mejor persona que fuera Yul Brynner, ¡fue la encarnación del rey Mongkut!

Con un solvente presupuesto de 6.5 millones de dólares (el más alto del año 1956), el director Walter Lang, consiguió dotar a “EL REY Y YO” de una escenografía de lujo, un vestuario de alta costura, y un equipo técnico que aseguró una impecable banda sonora, una esplendorosa fotografía y una cálida iluminación que resalta el romanticismo que emana de los personajes, impecablemente representados por Brynner, Deborah Kerr (quien fuera doblada en las canciones por Marni Dixon) y Rita Moreno, más bella que nunca en su conmovedor papel de Tuptim.

El guión de Ernest Lehman resulta bastante atinado, contiene estupendos diálogos, nos habla del amor que puede darse entre seres bien diferentes, de los grandes valores que puede haber en un hombre en apariencia tosco, y de la manera como la mujer puede llegar al corazón del hombre más difícil, sirviéndose de la sutileza y de la confrontación elegante. Etcétera, etcétera, etcétera.
Luis Guillermo Cardona
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