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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Aventuras Harry Holt, un antiguo novio de Jane, se encuentra en África formando parte de una expedición que busca marfil en el mítico cementerio de los elefantes. Él y su amigo Marlin Arlington esperan convencer a Jane para que vuelva con ellos a Londres. Pero Tarzán desaprueba su proyecto de saquear el cementerio. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2012
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya largo, muy largo tiempo, que un gran número de hombres ha asumido el exterminio de diversas especies animales con propósitos mercantiles. Y no les ha importado si para hacerse a sus carnes, sus pieles, sus colmillos o cualquier otro órgano que pueda mercadearse, han de ser crueles, torturadores y/o decididos asesinos. Se aplica la potencia del arma o la efectividad de la trampa contra la desventaja animal, y se hace luego lo que haya que hacer: maltratar, amputar, desollar vivo… importando única y exclusivamente que el cazador pueda satisfacer sus ímpetus. Y si aparece algún ser humano que pretenda oponerse a su caza o a su safari -aunque sólo acuda con argumentos en pro del respeto a la vida y la conservación de las especies-, tampoco tendrán miramientos en pegarle un tiro para seguir adelante con su empresa.

El marfil, es visto como oro por los cazadores furtivos, y comúnmente, lo extraen de las morsas o de los elefantes. Se usa para adornar mesas, joyeros, bastones, puertas y otras nimiedades, pero tiene clase porque hizo parte del arte bizantino y lo usaron griegos y egipcios entre otras culturas. El sufrimiento de los animales se minimiza ahora pegándoles un tiro en la frente (aunque a veces se falla y primero les revientan un ojo o les destrozan la trompa), pero en todo caso, se asesinan sin piedad alguna, porque prima el interés mezquino sobre el sagrado derecho a la existencia.

Los cazadores que vemos en “TARZÁN Y SU COMPAÑERA”, son de los más “nobles” que pudieran existir: No van al África a “disfrutar del exterminio de los elefantes”, sino a llevarse el abundante marfil que se encuentra en el sitio-cementerio a donde los gigantes paquidermos se desplazan cuando presienten que van a morir. De paso, Harry Holt planea recuperar a su exnovia Jane Parker -quien ahora convive con el famoso Tarzán-, pues él está seguro que estará mejor a su lado en la civilizada Inglaterra. Pero Jane les mostrará, a él y a su socio Martin-mi-amigo, que en la selva no hay tiempo para aburrirse, y que se puede jugar, pasear, volar por el aire asido a una liana, tener una “mansión” en cada claro, y hasta lucir muy sensual sin artificio alguno.

Pero no todo será color de rosa, porque la ambición desata los instintos, y así se forja una aventura donde Tarzán tendrá que demostrar que está dispuesto a cualquier cosa, para evitar que se propague el uso del marfil.

El filme resulta entretenido, nos recuerda la gran armonía que puede darse entre el hombre y los animales, y Tarzán y Jane, nos traen a la memoria los placenteros tiempos de la infancia.
Luis Guillermo Cardona
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