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Voto de Luis Guillermo Cardona:
10
Romance. Comedia. Fantástico Steven Fitzgerald es un periodista neoyorquino que, durante un viaje a Irlanda, se cruza con un duende y con una bella joven. Cuando regresa a su ciudad, inexplicablemente, vuelve a encontrárselos. (FILMAFFINITY)
14 de abril de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una de aquellas salidas que suelo hacer con mi familia a diferentes pueblos, estuvimos alguna vez en San Antonio de Prado durante las fiestas decembrinas. Aquella tarde, había un programa de música religiosa en el atrio de la iglesia por el que mi pequeño hijo y yo nos sentimos atraídos. Dejamos al resto de la familia en una cafetería y fuimos a ver parte de aquel concierto. Buscando tener un ángulo desde donde pudiéramos ver a los artistas, nos tocó pararnos en medio de una calle por la que, supuse, no había tráfico alguno. Ubiqué al niño delante de mí, puse mis manos sobre su pecho y nos dispusimos a escuchar con sumo interés. Pasados cerca de 20 minutos, una motocicleta irrumpió repentinamente dejándose venir a toda velocidad sobre nosotros. En ese preciso instante, sentí que alguien me tomó del cuello de la camisa y me tiró hacia atrás al tiempo que yo arrastraba al niño. La moto nos pasó rozando. Sin poder salir del susto, me di vuelta para darle las gracias a quien nos había salvado… y no había nadie, absolutamente nadie, detrás nuestro ni a los costados. Puede usted interpretarlo como a bien tenga, pero yo estoy seguro que aquella vez, como en otras ocasiones, han sucedido cosas que están más allá de lo que vemos con nuestros ojos. Y sé que hay innumerables personas, que se han sentido alguna vez en su vida, “inexplicablemente” protegidas.

¡Qué curioso! Al catalogar “EL AMOR QUE TÚ ME DISTE”, no puede decirse “no es nada del otro mundo”, porque sí tiene mucho del otro mundo, del amor que nos protege y del poder espiritual. Y tampoco puede clasificarse como cine de fantasía porque, lo que sucede, es de lo más real que ocurre con frecuencia en el mundo. Los que no ven es porque no quieren ver, les basta consigo mismos para sentirse infelices.

Stephen Fitzgerald (Tyrone Power), es un escritor que, de viaje por la bella Irlanda en compañía de un amigo, descubre en el campo a un singular “duende” que lo guía, le hace experimentar el paraíso, y luego lo tienta para probar su carácter. A su regreso a New York, un hombre “muy parecido” a este duende, llega a casa de Fitz “recomendado por empleos Acme”, y con las triquiñuelas necesarias consigue ganarse el puesto de sirviente. Y con la llegada de la dulce Nora, comienza entonces una encantadora historia de amor que tiene la venia del cielo, y otra que el “duendecillo” no ve con buenos ojos y entonces se las ingeniará para despertar la conciencia del buen Stephen, quien está a punto de ser víctima de la ambición y de otras salidas que traicionarán su carácter.

En algún momento, aquel “duende” -maravillosamente representado por Cecil Kellaway, quien se merecía un Oscar, pero solo lo nominaron- le dice a su protegido: “Yo te ofrecí oro, no es culpa mía si has preferido tener una piedrita”. Piedras –materia- es lo que elegimos cada día. Tardaremos todavía en saber que, el verdadero oro, es la causa del espíritu.
Luis Guillermo Cardona
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