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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Drama Ella Bishop es una chica reprimida cuyas frustraciones van creciendo a medida que pasan los años. Siendo ya adulta, su vocación por la enseñanza hará que pierda la única oportunidad de amor verdadero. La vida de Ella se convertirá en una suma de oportunidades perdidas y elecciones equivocadas. Al llegar a la edad madura, se dará cuenta, sin embargo, de cuál es su situación. (FILMAFFINITY)
18 de octubre de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“DUEÑA DE SU DESTINO” nos encara con un importante cuestionamiento ¿Qué es más importante, la profesión o los deseos íntimos de cada uno? Como en tantas otras cosas, la respuesta a esta pregunta es bastante relativa, pues depende de las condiciones y expectativas con que viva cada persona. Pero, para el caso de la profesora Ella Bishop, la respuesta resulta bastante clara: ¡Debió haber vivido más y ejercido menos! Porque la profesión tiende a halagar el ego, pero, seguir las inclinaciones del alma, trae felicidad.

En varios momentos: Al no indagar en las motivaciones del abogado Delbert Thompson cuando, por su hermana Amy, él rompe con ella; al no aceptar la invitación de irse a Italia con John Stevens; al conservar, como sustituto de ocasión, el amor eterno y desinteresado de Sam Peters; y al recibir aquel homenaje que pronto abandona para marcharse a casa, se producen en la profesora, emociones y sensaciones que nos llevan a entender que siente arrepentimiento por las decisiones que tomó (o no tomó) en su vida.

Ella Bishop se creyó siempre el cuento fraterno y elogioso de su gestor, el presidente Corcoran, y se sintió imprescindible para el colegio Midwest, razón por la cual sacrificó su vida personal viviendo siempre como una solterona llena de arrepentimientos. Por eso es que termina yendo, más por el deber con otros que por sus propios deseos, a aquella cena de despedida. Y por eso es que su rostro, en los últimos años, luce tan desencantado por más que se esfuerce en asumir el cambio y ponerse a tono con la nueva época.

Esta es pues, una de las tantas historias de profesoras solteronas que suceden en el mundo. Educaron a muchos, dejaron huella en unas cuantas vidas más o menos significativas, fueron constantes en su profesión… pero se olvidaron de que, antes que nada, hay que sentir que se está viviendo la propia vida y que se está, realmente, siendo dueño del propio destino. Miss Bishop no lo fue, y por eso, en vez de titular el filme originalmente, “Cheers for miss Bishop” (A la salud de la señorita Bishop) mejor le hubiera venido titularla “Sorry, miss Bishop”.

Martha Scott lo hace muy bien, asumiendo una caracterización en la que debe pasar por tres generaciones hasta alcanzar los 70 años y 51 de profesión. Como es comprensible, el maquillaje de la época no daba para mayores alcances, pero ella logra verse convincente y con mucha dignidad en su personaje. Por su parte, Edmund Gwenn, como James Corcoran, vuelve a darnos otro de esos personajes que simbolizan la dignidad y el respeto a toda prueba. Y reconocimiento a Mary Anderson quien resulta precisa y encantadora como la coqueta Amy.

Una frase de la recién graduada Ella, en su primer día de clases como profesora, sería muy útil ponerla en práctica: “Debo comprender a mis alumnos si espero poder ayudarles”.
Luis Guillermo Cardona
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