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Voto de Luis Guillermo Cardona:
4
10 de febrero de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El colegio Saint Anthony, está en crisis. Su rector, el generoso sacerdote Mathew Burke, se encuentra ahora abocado a conseguir, en un corto plazo, la suma de ciento setenta mil dólares… o el colegio tocará fondo. Pero, el cura es un hombre de fe y confía plenamente en que “Dios proveerá”, y en busca de una salida se le ocurre planear un campeonato de fútbol, para el cual le recomiendan como entrenador de su equipo a un hombre desubicado que carga con varios fracasos a cuestas; además, está dedicado a jugar billar haciendo apuestas y, de paso, sobrelleva la demanda de su ex-esposa quien pretende quitarle a su hija.
Steve Williams -así se llama este particular personaje-, acepta el nuevo cargo con la esperanza de huir de su asediante esposa y de los empleados del gobierno, y se pasa entonces a vivir, con su hija Carol, a una buhardilla del colegio. Así empieza un nuevo esfuerzo por servir a alguien, sentirse persona y, de paso, favorecer a su hija a quien le viene enseñando cosas muy poco edificantes como: “Para qué los libros, apostar es lo único que necesita saberse”.
Veremos aquí a un, John Wayne, con aires románticos y extrañamente dócil (sólo un violento izquierdazo le veremos dar en toda la película), pero quien, contrariamente, arruinó el ambiente de rodaje dado que se pasó peleando con el productor, Melville Shavelson, porque quería imponer sus particulares ideas en el guion. Ante esto, el director, Michael Curtiz, se mantuvo al margen... pero un gran desgano se apoderó de él y en el filme se nota el poco afán de brillantez escénica; y, de no ser por el esfuerzo y el carisma que emanan, Charles Coburn y la joven Sherry Jackson, siento que este filme hubiera sido un completo fracaso, pues, el rol de Wayne, sumados sus "aportes", resulta de escaso interés, ya que nos da la semblanza de un hombre ligero, con principios de poco asidero como, “ganar no es todo, es lo único” o el que ya mencionamos, y con actitudes donde se delata su instinto primario y su poca sabiduría a la hora de emprender cualquier acción. También el rol de la bella, Donna Reed, resulta demasiado pasivo y no añade nada su figura femenina.
Al final, la historia resultó demasiado convencional y harto predecible, y sólo algunas escenas en las que fluyen ciertos toques humanos (la fiesta a la que asiste Carol; la delación de las triquiñuelas usadas por Williams… y sobre todo, en el juicio para quitarle a su hija), salvan una película que no da cuenta del gran talento que poseía el director húngaro.
Título para Latinoamérica: <<CAMINO DE ADVERSIDAD>>
Steve Williams -así se llama este particular personaje-, acepta el nuevo cargo con la esperanza de huir de su asediante esposa y de los empleados del gobierno, y se pasa entonces a vivir, con su hija Carol, a una buhardilla del colegio. Así empieza un nuevo esfuerzo por servir a alguien, sentirse persona y, de paso, favorecer a su hija a quien le viene enseñando cosas muy poco edificantes como: “Para qué los libros, apostar es lo único que necesita saberse”.
Veremos aquí a un, John Wayne, con aires románticos y extrañamente dócil (sólo un violento izquierdazo le veremos dar en toda la película), pero quien, contrariamente, arruinó el ambiente de rodaje dado que se pasó peleando con el productor, Melville Shavelson, porque quería imponer sus particulares ideas en el guion. Ante esto, el director, Michael Curtiz, se mantuvo al margen... pero un gran desgano se apoderó de él y en el filme se nota el poco afán de brillantez escénica; y, de no ser por el esfuerzo y el carisma que emanan, Charles Coburn y la joven Sherry Jackson, siento que este filme hubiera sido un completo fracaso, pues, el rol de Wayne, sumados sus "aportes", resulta de escaso interés, ya que nos da la semblanza de un hombre ligero, con principios de poco asidero como, “ganar no es todo, es lo único” o el que ya mencionamos, y con actitudes donde se delata su instinto primario y su poca sabiduría a la hora de emprender cualquier acción. También el rol de la bella, Donna Reed, resulta demasiado pasivo y no añade nada su figura femenina.
Al final, la historia resultó demasiado convencional y harto predecible, y sólo algunas escenas en las que fluyen ciertos toques humanos (la fiesta a la que asiste Carol; la delación de las triquiñuelas usadas por Williams… y sobre todo, en el juicio para quitarle a su hija), salvan una película que no da cuenta del gran talento que poseía el director húngaro.
Título para Latinoamérica: <<CAMINO DE ADVERSIDAD>>