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Voto de Luis Guillermo Cardona:
7
Comedia. Musical El Gordo y el Flaco son dos picaruelos delincuentes de la Italia del siglo XVII llamados Stanlio y Ollio. Libre adaptación de la ópera de Auber. (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una película basada en la ópera cómica “Fra Diavolo o L’hotellerie de Terracine” escrita por uno de los más prolíficos compositores franceses, Daniel-Francoise Auber (1782- 1871), de quien, muchos, seguro conocen su obra “Manon Lescaut”. El guión fue escrito por Jeannie MacPherson, bailarina, actriz y guionista cinematográfica de gran trayectoria, conocida sobre todo por su labor en los grandes filmes de Cecil B. de Mille (“Los diez mandamientos”, “Rey de Reyes”…). El protagonista, Dennis King, fue un calificado barítono y actor teatral con amplia trayectoria en Broadway. Y la protagonista, Thelma Todd, fue una polifacética y encantadora actriz quien, a los 29 años, ya había aparecido en unas cincuenta películas y en cerca de setenta cortos, hasta que halló la muerte envenenada con el monóxido de carbono de su auto, en circunstancias que hicieron presumir un asesinato (pero ¡al día de hoy, el caso no ha sido resuelto!). Y con ellos, Laurel & Hardy entran en el juego para añadir un puñado de gags y de rutinas que ponen el toque gracioso que complementa la aventura.

Todo parecía dado para lograr un película inolvidable… pero faltó algo esencial: un director con talento. Hal Roach era un empecinado Productor, con mucho que ver en las carreras de Harold Lloyd y de Laurel & Hardy, pero como director –lo que hacía de vez en cuando- apenas sí logró que alguna bola le diera a las otras dos. Y el co-director, Charles Rogers, tenía experiencia como actor, más en la dirección apenas estaba sembrando pálidas semillas.

Esto hace que, lo que sobresale del filme, sean las agradables canciones de Auber (especialmente el tema “Fra Diavolo” con el que hace presencia el temido bandido), la pícara y sensual presencia de Lady Pamela (que con tanta coquetería representa la rubia Todd), y unos cuantos gags con los que el gordo y el flaco nos motivan algunas risas.

Queda faltando una historia con sustancia y calidez. La presencia de Laurel & Hardy, en ocasiones luce como pequeñas pausas en la ópera para animar el ambiente. Y los juegos de manos que propone Laurel –aunque simpáticos y ahora ampliamente conocidos- son puro relleno sin ilación alguna con la anécdota -no historia- que se nos viene contando.

Para Roach, la ópera cómica de Auber era un grato recuerdo que conservaba de sus años mozos. Por eso, cuando se enteró que no tenía que pagar un centavo por los derechos de autor, pues la obra era de dominio público, se apresuró a llevarla al cine. Y para satisfacer su deseo, él mismo se animó a dirigirla… pero olvidó que, además de deseos, hay que tener talento e inspiración para poder hacer una película memorable.
Luis Guillermo Cardona
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