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Voto de Luis Guillermo Cardona:
9
Bélico Durante la Guerra de Corea (1950-1953), un teniente norteamericano curtido en cien batallas intenta reunir a los supervivientes de su batallón y llevarlos al cuartel general. Por otra parte, un hostil y poco respetuoso sargento de otra compañía quiere conducir a su coronel, agotado por el combate, a un sitio seguro. (FILMAFFINITY)
1 de noviembre de 2020
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A criterio de los historiadores, la llamada Guerra de Corea fue una de las más sangrientas y brutales que haya padecido la humanidad del siglo XX. Corea del Sur, aliada con los Estados Unidos de Norteamérica se enfrentó a Corea del Norte (República Popular Democrática de Corea) la cual contaba con el apoyo de China y la Unión Soviética. Fue un conflicto bélico que duró cerca de tres años (1950-1953) y que tuvo su origen cuando, Corea del Norte, negándose a tener el país dividido, decidió invadir a su vecino, el 25 de junio de 1950. EE.UU. lanzaría, entonces, sobre la zona norte, 635.000 toneladas de explosivos y 32.557 toneladas de napalm, con lo que exterminaría a cerca del 15 % de la población norteña y se da la cifra de ¡2.500.000 civiles muertos + cerca de 1.5 millones de heridos y discapacitados!, mientras que, las bajas del sur y sus aliados fueron 778.000, incluyendo heridos y mutilados. La guerra terminaría con un armisticio que restauraría la frontera cerca del paralelo 38 y estableciendo una zona desmilitarizada de cuatro kilómetros entre ambos países.

Dejo aquí esta somera introducción histórica, porque, lo que realmente cuenta en la película, <<LA COLINA DE LOS DIABLOS DE ACERO>> (¡la “creatividad” de los tituladores!), es la suerte de relaciones interpersonales que se dan en el marco de una guerra y lo mismo pudo ocurrir durante la II Guerra Mundial o en cualquier otra guerra.

El guion, basado en la novela de Van Van Praag, “Day without End (Combat)”, escrito por Ben Maddow -quien tuvo que servirse de, Philip Yordan, para que hiciera las veces de testaferro, ya que fue él otro de los grandes talentos perseguidos por la abominable HUAC-, está cuidadosamente moldeado para que en él se expresen las más recursivas tácticas de guerra… y también, la camaradería de los momentos de solaz; los miedos más horrendos cuando se siente la muerte muy cerca; la astucia de los contrincantes… y por supuesto, el poder destructivo de las armas que, hasta la fecha, había inventado el hombre con marcados fines de exterminio.

El director, Anthony Mann, sumamente inspirado en esta ocasión, logra recrear unos personajes memorables con la valiosa interpretación de gente como Robert Ryan (el teniente Benson), Vic Morrow (el soldado Zwickley), Robert Keith (el Coronel), Philip Pine (Riordan), James Edwards (el sargento Killian)… y muy especialmente, Aldo Ray, quien, con impactante y ambigua personalidad asume el rol de Montana, la suerte de ojo avizor y de carácter fuerte -casi rayando con la psicopatía- que siempre lleva la delantera en cualquier compañía militar. A todos ellos, Mann consigue darles vida propia y, uno a uno, se nos meten en el alma, porque, más que guerreros, conseguiremos ver a seres humanos puestos en un camino en dirección hacia una colina, que horroriza con sólo imaginarlo.

La historia está ambientada el 6 de septiembre de 1950 -recién comenzada la guerra- y lo que tiene que hacer, la sección 3ª de la compañía 34, es desplazarse a pie hasta la llamada colina 465, la cual debe tomarse, pues, está fuertemente custodiada.

Tendremos aquí, uno de esos ejercicios cinematográficos y de actuación que nos dejan altamente complacidos, pues (con apenas pequeños errores que logramos captar), casi todo funciona como el mecanismo de un reloj… o para ponernos al día, como el de un computador.

Título para Latinoamérica: BRINDIS DE SANGRE
Luis Guillermo Cardona
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