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España España · Zaragoza
Voto de umaestef:
9
Drama. Romance Santi sale de la cárcel y viaja al sur para visitar a Emilio, un antiguo compañero de celda que está enfermo. La casualidad hace que tropiece con Marina, la médico que atiende a su amigo. Con ella tuvo Santi un encuentro terrible hace muchos años que marcó la vida de ambos. Este reencuentro les hará enfrentarse al pasado. (FILMAFFINITY)
3 de septiembre de 2016
25 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pasado 23 de septiembre se presentó, fuera de concurso, la última película de Imanol Uribe, Lejos del mar. Un estreno precedido de controversia, ya desde su rodaje, debido a su temática arriesgada dedicada al terrorismo etarra y que cierra la trilogía del cineasta vasco que se completa con La muerte de Mikel de 1984 y Días contados estrenada en 1994.

En esta ocasión el destino hará que se crucen las vidas de dos personas, el asesino y la víctima. Santi, interpretado por el actor catalán Eduard Fernández, es un ex etarra arrepentido que sale de la cárcel tras 22 años de condena sensiblemente reducida gracias a la polémica doctrina Parot. Marina, a la que interpreta de manera intensa Elena Anaya, es la hija de un militar que con solo 8 años presenció el asesinato de su padre y que, a ojos de los que la rodean, ha sabido continuar con su vida con normalidad.

Ambos coincidirán de manera casual por tierras de Almería, donde Marina vive con su familia y ejerce de médica en un hospital, “salvando vidas y curiosamente incapaz de salvar la suya propia” según palabras de la propia Elena Anaya durante la rueda de prensa posterior a la proyección-

A partir de entonces todo es impredecible hasta para los propios protagonistas arrastrados a las más extremas situaciones en la que la cordura no tiene lugar ni sentido.

Las reacciones del público, mayoritariamente formado por prensa y acreditados, no se hicieron esperar, siendo manifestadas durante la propia proyección. Risas nerviosas y comentarios por un lado, petición de silencio y respeto por el otro, una dicotomía de formas de entender el cine, las emociones y la vida, todas plenamente legítimas.

Al finalizar la película aplausos encendidos por parte de un sector algo minoritario y caras de sorpresa y estupor por parte del resto.

A mi modo de entender y desde el más absoluto respeto, los que realmente se sintieron incómodos con este Lejos del mar no supieron, o no quisieron, ir más allá delos límites de lo establecido como políticamente correcto. Si algo bueno tiene el arte, entre otras muchas cosas, es la libertad que ejerce en sus propuestas y la amplitud de miras que exige para su disfrute. En este caso la cercanía de un dolor tan agresivo y reciente dificultó que muchos consiguieran implicarse en una historia que contaba realidades que iban mucho más allá.

Desde aquí rompo una lanza por la valentía de Imanol Uribe y Daniel Cebrián, ambos responsables de un guion, rudo y arriesgado, que camina por el filo de las profundas heridas de unos y la eterna cabezonería de otros.



Elena Anaya y Eduard Fernández manejan con una honestidad descomunal sus interpretaciones, labor nada sencilla como comprobarán los que le den una oportunidad a este valiente drama.
Sus papeles requerían de un salto sin red, tanto en lo físico como en lo emocional, que diera
entidad a la irracionalidad de un conjunto que se mueve desde las entrañas, dejando dormida la razón, y supieron hacerlo.

La cinta explora la realidad de unos extremos que parecen insoldables, aboga por la reconciliación, plantea la necesidad del perdón y propone una reflexión con la que la ciudadanía, tarde o temprano, deberá enfrentarse.

En palabras del propio director “la intención es profundizar en esos sentimientos tan personales de dos personas que arrastran una tragedia inmensa”. Por favor, tengan en cuenta esta premisa antes de enfrentarse a Lejos del mar.
umaestef
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