Si vendieran un cursillo por fascículos sobre cómo hacer una película de boxeo, el resultado sería, seguramente, algo parecido a “Redención”. La historia pasa por absolutamente todos y cada uno de los clichés del género. Ofreciendo un resultado que, pese a no ser necesariamente malo, carece por completo de alma.

Y, si la trama resulta predecible, el estilo de narración tampoco ayuda demasiado. Fuqua parece esforzarse para encontrar, en todo momento, la forma más obvia de contarnos lo que está sucediendo. Llegando a su apogeo en las escenas de combate. En las que podemos escuchar la voz del comentarista que, en lugar de comentar la pelea, nos relata los sentimientos del protagonista. Por si acaso algún espectador despistado no había entendido del todo el tremendo drama personal que estaba presenciando.

Sin embargo, si algo debemos reconocerle a la película, es que al final termina funcionando. Y por mucho que todo sea previsible, o que a veces se pase de explicativa, no podemos evitar ponernos del lado del protagonista cuando éste sube al ring.

“Redención” está lejos de ser una gran película, pero al menos es lo suficientemente buena para entretener a los fans del género. Para los demás, solo queda disfrutar de la gran interpretación de Jake Gyllenhaal, y lamentar que este buen reparto se desperdiciara en unos personajes tan planos.

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