Comedia y drama son dos géneros a priori opuestos, pero que suelen combinarse con bastante asiduidad. Los ingleses tienen un término muy adecuado para esto: dramedy. Que traducido sería algo así como “dramedia”. Y que viene a englobar a todas esas películas, como “Pequeña miss sunshine” o “Captain Fantastic”, capaces de llevarnos de la carcajada al lloro en cuestión de minutos.

“Los Hollar” entra, sin duda, en esta categoría. Contándonos la historia de una familia sacudida después de que un médico diagnostique un tumor cerebral a la madre. Su ingreso en el hospital supondrá el reencuentro de una familia que no pasaba por sus mejores momentos. Unas circunstancias terribles, pero que les obligarán a unirse y ayudarse unos a otros para recomponer sus vidas.

Una enfermedad como ésta siempre es un tema difícil de tratar en una película. Pero, en este caso, “Los Hollar” logra llevarlo de maravilla durante su arranque. Lo hace restándole dramatismo a la situación con muchas dosis de un humor tan ácido como efectivo. Con el que nos diviertes a la vez que sienta unas buenas bases para el resto de la cinta.

Sin embargo, mientras se va desarrollando la historia, vemos como ese buen comienzo se va diluyendo entre situaciones forzadas y melodramas innecesarios. Sigue teniendo momentos buenos. Pero se alternan con otras subtramas absurdas que sirven de poco más que de relleno. Y terminamos viendo como el drama facilón, que tan bien se había esquivado en la primera mitad, comienza a adueñarse por completo de la historia.

Es en este momento cuando el reparto hace acto de presencia para salvar a la película del naufragio completo. En especial Margo Martindale y Richard Jenkins. Las brillantes interpretaciones por parte de estos dos veteranos actores, logran salvar el aspecto dramático de la cinta. Y hacer que nos emocione pese a ser una historia que ya hemos visto demasiadas veces.

No se puede negar que “Los Hollar” hace varias cosas bien, pero ni de lejos llega al nivel de las películas que toma como ejemplo. Sus personajes, aunque simpáticos, están faltos de la originalidad y el carisma necesarios para resultar llamativos. Y se echan en falta algunos momentos verdaderamente hilarantes que nos provoquen auténticas carcajadas. Es por esto que el resultado global es un quiero y no puedo. Pues, pese a no dejar un mal sabor de boca, no logra resultar tan especial como pretende.

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