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Voto de Una Crítica Diferente:
8
Bélico. Drama Año 1940, en plena 2ª Guerra Mundial. En las playas de Dunkerque, cientos de miles de soldados de las tropas británicas y francesas se encuentran rodeados por el avance del ejército alemán, que ha invadido Francia. Atrapados en la playa, con el mar cortándoles el paso, las tropas se enfrentan a una situación angustiosa que empeora a medida que el enemigo se acerca. (FILMAFFINITY)
26 de julio de 2017
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Todo aquello, rodeado de condecoraciones, trae esto.” / IMÁN, Ramón J. Sender, 1930

Que la guerra era el hueco dejado por la bomba, el rugido sordo del stuka en caída libre, los últimos granos de arena en el reloj de la vida. Que la guerra era un mar embravecido, un rayo de luz bajo un cielo encapotado, esa noche fría y oscura como la boca de lobo. Que la guerra era un uniforme, una bandera, nuestra sangre. Que la guerra era todo esto, toda esta miseria, toda aquella grandeza, todo eso ahí, junto, apelotonado. El corazón perdido en las tinieblas de Dunkerque. Que la guerra era eso, siempre lo supimos.

Dunkerque supone otra vuelta de tuerca en el estilo de Christopher Nolan. Me refiero, en particular, a ese montaje tan especial, a esa superposición de escenas y tramas que el director inglés sitúa en determinados momentos del metraje.

Así ocurría en Origen (2010), donde la propia historia requería de esta herramienta cinematográfica. El efecto fue sorprendente. Recordemos. Un automóvil cae al río desde un puente. A lo largo del arco trazado por el vehículo Nolan va fijando las tramas, cada una desarrollada en un lugar y en un tiempo propio. Sobresaliente, sin duda, la labor del editor Lee Smith y del músico Hans Zimmer.

Nolan recuperaría dicha técnica en los momentos estelares de Interestelar (2014).

Dunkerque (2017) va más allá. El cineasta utiliza ahora esta herramienta en todo el metraje. El resultado es una inmersión en el corazón de la guerra. O, más bien, en la calma tensa que precede al estallido más cruel de la guerra. La experiencia artística nos invita a entablar un diálogo con los sonidos y los silencios de la banda sonora. También nos envuelve en un tono de luz preciso, el azul de las playas de Dunkerque, una tristeza pertinaz, que acaba inundando nuestros ojos de la desesperación que ahoga a sus protagonistas.

Hay alguna repetición efectista, alguna escena que flojea. En fin, a uno le hubiera gustado menos frialdad y un poco más de contexto histórico. No importa. Es más, esto nos debería aclarar que Dunkerque es otra cosa. Se trata de la materialización de un sentimiento, de una obra de autor arriesgada, de una gran película.
Una Crítica Diferente
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