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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
4
Ciencia ficción. Drama. Thriller Una adolescente solitaria se obsesiona con una muñeca robot basada en su ídolo del pop, Ashley O, justo cuando la vida de la verdadera Ashley comienza a desmoronarse. (FILMAFFINITY)
11 de junio de 2019
31 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
98/07(10/06/19) Terminado de ver el tercer y último capítulo de la serie de culto “Black Mirror”, no puedo por más que sentirme estafado, pues la los dos primeros daban síntomas claros de estar o falto de las musas para su creador Charlie Brooker, o de pereza a la hora de escribir guiones sugestivos. Una serie que fue creciendo en popularidad con el boca a boca en sus primeras tres temporadas, tanto que pasó del Channel Four británico al canal estadounidense Netflix, aumentando con ello el presupuesto, esto se nota sobre todo en los intérpretes que han encabezado a partir de entonces la serie, pero esto ha ido proporcionalmente en detrimento de la calidad. La serie tiene en su núcleo el alertar sobre los peligros que conllevan las nuevas tecnologías, su sobrexplotación, como nos aliena, lo hacía con hondura reflexiva, pero en esta temporada de tres capítulos esto ha pasado a ser algo tangencial, una percha que no aguanta el peso de la introversión, un mero McGuffin. El culmen ha sido este soporífero capítulo, parece un “Black Mirror” bastardeado, atrofiado, hecho más que por Netflix por Disney, un vehículo para su estrella Miley Cirus, donde hace de una versión idealizada de sí misma (pasó de la estrella modosita Hannah Montana de Disney a estrella rebelde sexy-provocativa Miley Cirus), donde la mayoría de recursos narrativos son relleno, apuntes que se sueltan sin sentido (que él sea plaguicida y experimente con exterminar ratones sin querer matarlos qué importancia tiene en la historia narrativamente, que la madre de Rachel haya fallecido qué importancia tiene narrativamente, que Rachel tenga tiranteces con su hermana qué importancia tiene narrativamente, que nos cuelen la baja autoestima de Rachel qué importancia tiene narrativamente, a nada de esto tiene sustancia sobre la que profundizar son esbozos que parecen irán a algún lado, cuando aquí lo que tiene importancia para Brooker es la sub trama de Ashley, donde se hace un burdo y caricaturesco análisis sobre la celebridad, la manida fotografía de una star presa en una jaula de oro está ya muy visto, y aquí no hay enfoque original alguno, en lo que se puede ver como un cuento de hadas, con princesa (la cantante), manipulada vilmente por la madrastra (en este caso su tía), teniendo entre sus hadas madrinas, además de a las hermanas a un robot con muchos rasgos a Wall•E. La directora noruega Anne Sewitsky dirige este episodio con tono naif de comedia-telefilm de sobremesa, donde todos los elementos misántropos contestatarios son domados en pos de algo comercial, todo un maremágnum de clichés, de personajes tópicos, sin matices, todo un alarde de infantilismo para una serie nacida para aleccionar desde la seriedad.

Brooker adopta enfoque dos caras en esta historia, divide su primer acto y medio entre Ashley y una de sus admiradoras devotas, Rachel Goggins (Angourie Rice). Ella tiene otra madre muerta, un padre que está haciendo todo lo posible para resolver los problemas de su humano tasador de ratones, y una hermana mayor con el septo perforado, Jack (Madison Davenport), quien es inmune a las ministraciones de música de chicle.

Brooker vuelve a tomar ideas de sus capítulos anteriores (coctel torticero entre “15 millones de méritos” y “Waldo”) en un mejunje blandengue, que parece en su inicio va a ser atractivo drama tratando los riesgos de la Inteligencia Artificial (la minirobot), o sobre la intoxicación sobre las mitomanías de juveniles, o sobre familias desestructuradas, esto se aborda en diferentes momentos del capítulo, ofreciendo esperanza de algo con chicha, pero todo esto queda en apuntes a pie de página para dar cancha a esta fábula satírica indolente, desembocando en un rush final de vergüenza ajena echándose en brazos de un episodio teenager burdo.

El capítulo se abre dualmente en sus dos primeros tercios, por un lado la historia de una fandom de una cantante juvenil, Rachel, una chica huérfana de madre, con una relación complicada con su hermana mayor, y algo acomplejada en su baja autoestima, y por otro lado está la historia de la ídolo juvenil Asley O, chica manipulada por su pérfida tía en pos de exprimirla comercialmente. Hasta que en el tramo final las dos historia se funden en una, siendo infumable este bloque. Siendo ridículo (sobre todo por todo lo que ha sido esta serie) los gags a costa del diálogo entre Asley o y el robot Ashley. Asimismo es llamativo como se expone como perniciosa y borreguil la música pop, y como rebelde y adalid de ser buena el rock-heavy metal, cuando con ese final risible lo que hace es igualarlo.

La puesta en escena resulta elegante, con brillo en sus efectos visuales, con esa vivienda futurista de Ashley, pero sobre todo quedan los temas cantados por Miley Cirus, con el “On a roll”, que suena varias veces durante el metraje, y la versión del “Head Like A Hole” de Trent Reznor de su banda Nine Inch Nails, con la que se cierra la película, y que suena durante los créditos finales.

Angourie Rice como Rachel, da deliciosamente con el rol de juvenil retraída; Madison Davenport como Jack, hermana de Rachel, cumple con su papel de arisca compañera de cuarto; Susan Pourfar como Catherine resulta una villana muy acartonada, falta de aristas; Miley Cyrus como Ashley O da bien con un papel hecho a su medida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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