Media votos
6,5
Votos
5.702
Críticas
5.200
Listas
10
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de TOM REGAN:
9
8,0
32.644
Drama
Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando ... [+]
7 de junio de 2019
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
90/20(30/05/19) Maravilloso Icono del Séptimo Arte la ópera prima en la dirección del parisino François Truffaut y que junto a “El bello Sergio” (1958) de Claude Chabrol dio origen a la Nouvelle Vague influenciado en este caso del neorrealismo italiano en su modo de una ambientación en escenarios naturales de dónde saca historias micro-mundanas que proyectaban algo macro, en este caso exponiendo una sociedad que no sabiendo tratar a su juventud la reprimía con el sentido del que quiere matar moscas a cañonazos. Obra que radiografía con bisturí naturalista la infancia, su rebeldía, su inconformismo enfrentado a unos referentes morales de una sociedad (padres, profesores, autoridades,…) que no saben comprender esta complicada etapa de la vida, resultando un conmovedor ataque a la educación represiva. En gran parte autobiográfica, la película cuenta la difícil infancia de Antoine Doinel (gran Jean-Pierre Léaud), sus relaciones con sus padres, pequeños fechorías, novillos escolares. En el estilo de Truffaut está influenciado de películas francesas que lo marcaron, con referencias a otras obras, sobre todo una escena tomada al por mayor de Zéro de conduite de Jean Vigo. El brillante actor Jean-Pierre Léaud se convierte en alter ego del realizador, pasando a ser su actor fetiche, protagonizando cinco films más de Truffaut, siempre encarnando el mismo personaje Antoine Doinel en cuatro obras más (en el cortometraje Antoine et Colette de 1962, y en los largometrajes Besos robados de 1968, Domicilio conyugal de 1970, y El amor en fuga 1979). Película dedicada a memoria de André Bazin, mentor del cineasta fallecido un año antes del estreno en cines, día después del comienzo del rodaje. La expresión faire les 400 coups significa algo así como hacer todas las tonterías posibles. Esta película forma parte de la lista de 50 películas para ver antes de cumplir 14 años, establecida en 2005 por el British Film Institute, integra hasta el top 10 de esta lista. Los 400 golpes recibió numerosos premios y nominaciones, incluido el Premio del Festival de Cine de Cannes al Mejor Director, el Premio OCIC. La película también fue nominada para un Oscar a la Mejor Escritura en 1960 (perdió ante el de “Confidencias de medianoche”). La película tuvo un total de 4.092.970 entradas vendidas en Francia, por lo que es la película más exitosa de Truffaut en su país de origen. Quedando una incisiva historia sobre los problemas de un niño de 12 años enaltecido por ese mítico último plano congelado.
El carácter autobiográfico, elementos coincidentes con la vida de Truffaut durante su juventud: la difícil relación con su madre, Gilberte (Claire Maurier), y con su padrastro, Julien (Albert Rémy), con los que apenas convivió hasta los ocho años (el tiempo que pasó con su abuela materna, la cual le inculcó la afición a la lectura); los problemas de adaptación a la rigidez de la disciplina escolar; la complicidad con su íntimo amigo Robert Lachenay (René, en el film - Patrick Auffay), en casa del cual pasó buena parte de su infancia para evitar estar con sus padres; y, finalmente, las ausencias escolares y los pequeños hurtos que acabarían con Truffaut/Doinel en diversos reformatorios; Asimismo Truffaut riega con dosis nostálgicas de cinefilia el metraje con carteles de cine o sesiones en salas.
La historia tiene una progresión bien marcada, desde su tono inicial desenfadado, más vitalista, con las travesuras in crescendo de Antoine, mostrando sus “aventuras” en la escuela con el rígido y represivo profesor (con sus métodos añejos, como regaña a alumnos de espaldas, como les reprende físicamente con el lanzamiento de tizas, como sienten los picores sexuales deleitándose con pi-ups de calendario, como se saltan clases para disfrutar de un día de asueto con su amigo René (Patrick Auffay), mítica la secuencia de Antoine en la “olla centrifugadora” (también van al cine, fuman, beben, falsifican notas de padres, …), o la divertida secuencia vista en picado de los alumnos por la calle siguiendo en fila al profesor de gimnasia rítmica, y a cada despiste del maestro los alumnos van desapareciendo por las esquinas o por soportales. Truffaut consigue que el espectador se identifique el problemático Antoine, sentimos que solo es un chico imaginativo en un hogar que disfuncional, vive en un mundo de mayores que no son de ningún modo referentes morales para él, se siente perdido, solo encuentra válvula de escape en Balzac y en las correrías con su colega René. Sentimos a Antoine cercano por su espontaneidad, por el modo creíble en que afronta cada problema, por el estoicismo con que soporta los castigos, nos sentimos cercano a sus vicisitudes, sentimos su desorientación en un hogar que no respira amor, una madre infiel y un padre que se entera una noche por una discusión con su madre que no es su progenitor. Exponiendo crudamente la grieta generacional entre padres e hijos, la incomunicación entre jóvenes y adultos.
Los adultos nos son mostrados como parcos en ideas, solo responden a las inquietudes y (inherente) ociosidad de los niños con desconfianza, violencia, asfixia anímica, atemorizando su espíritu, no saben educar, si no imponer a la fuerza, y esto en muchos casos hace que el noble y cándido espíritu juvenil termine por explotar; Antoine con los padres solo tiene un tramo de felicidad, cuando tras la última “desgracia” provocada por la ingenuidad (el altar con velas a Balzac desemboca en un incendio), los padres, y sobre todo la madre impulsa una salida nocturna para ir al cine y los vemos reír en el auto de vuelta a casa, pero esto solo es un oasis antes del rush final donde el clima se enrarece de modo cortante, hasta desembocar en secuencias que duelen y conmueven (esas lágrimas de Antoine) de modo soberbio, para asistir a una declaración-soliloquio en primer plano estremecedora a una psicóloga de su juventud, de sus errores, su relación con la familia, ...(sigo en spoiler).
El carácter autobiográfico, elementos coincidentes con la vida de Truffaut durante su juventud: la difícil relación con su madre, Gilberte (Claire Maurier), y con su padrastro, Julien (Albert Rémy), con los que apenas convivió hasta los ocho años (el tiempo que pasó con su abuela materna, la cual le inculcó la afición a la lectura); los problemas de adaptación a la rigidez de la disciplina escolar; la complicidad con su íntimo amigo Robert Lachenay (René, en el film - Patrick Auffay), en casa del cual pasó buena parte de su infancia para evitar estar con sus padres; y, finalmente, las ausencias escolares y los pequeños hurtos que acabarían con Truffaut/Doinel en diversos reformatorios; Asimismo Truffaut riega con dosis nostálgicas de cinefilia el metraje con carteles de cine o sesiones en salas.
La historia tiene una progresión bien marcada, desde su tono inicial desenfadado, más vitalista, con las travesuras in crescendo de Antoine, mostrando sus “aventuras” en la escuela con el rígido y represivo profesor (con sus métodos añejos, como regaña a alumnos de espaldas, como les reprende físicamente con el lanzamiento de tizas, como sienten los picores sexuales deleitándose con pi-ups de calendario, como se saltan clases para disfrutar de un día de asueto con su amigo René (Patrick Auffay), mítica la secuencia de Antoine en la “olla centrifugadora” (también van al cine, fuman, beben, falsifican notas de padres, …), o la divertida secuencia vista en picado de los alumnos por la calle siguiendo en fila al profesor de gimnasia rítmica, y a cada despiste del maestro los alumnos van desapareciendo por las esquinas o por soportales. Truffaut consigue que el espectador se identifique el problemático Antoine, sentimos que solo es un chico imaginativo en un hogar que disfuncional, vive en un mundo de mayores que no son de ningún modo referentes morales para él, se siente perdido, solo encuentra válvula de escape en Balzac y en las correrías con su colega René. Sentimos a Antoine cercano por su espontaneidad, por el modo creíble en que afronta cada problema, por el estoicismo con que soporta los castigos, nos sentimos cercano a sus vicisitudes, sentimos su desorientación en un hogar que no respira amor, una madre infiel y un padre que se entera una noche por una discusión con su madre que no es su progenitor. Exponiendo crudamente la grieta generacional entre padres e hijos, la incomunicación entre jóvenes y adultos.
Los adultos nos son mostrados como parcos en ideas, solo responden a las inquietudes y (inherente) ociosidad de los niños con desconfianza, violencia, asfixia anímica, atemorizando su espíritu, no saben educar, si no imponer a la fuerza, y esto en muchos casos hace que el noble y cándido espíritu juvenil termine por explotar; Antoine con los padres solo tiene un tramo de felicidad, cuando tras la última “desgracia” provocada por la ingenuidad (el altar con velas a Balzac desemboca en un incendio), los padres, y sobre todo la madre impulsa una salida nocturna para ir al cine y los vemos reír en el auto de vuelta a casa, pero esto solo es un oasis antes del rush final donde el clima se enrarece de modo cortante, hasta desembocar en secuencias que duelen y conmueven (esas lágrimas de Antoine) de modo soberbio, para asistir a una declaración-soliloquio en primer plano estremecedora a una psicóloga de su juventud, de sus errores, su relación con la familia, ...(sigo en spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...en lo que es un retrato profundo de la ingenuidad de los niños, dando sentido al comportamiento errático de Antoine. Para acabar con el Icónico congelado de imagen de Antoine corriendo sobre una playa.
Jean-Pierre Léaud como el inquieto Antoine resulta una de las actuaciones adolescentes más memorables de la Historia del Cine, su credibilidad y autenticidad son homéricas, desprende esa mezcla maravillosa entre inocencia y travieso, se mimetiza con el rol, su frescura desborda la pantalla, hace que nos emocionemos y enternezcamos con él, ello sin caer en lo sensiblero, ver ese rostro de felicidad absoluta cuando está en la atracción centrifugadora resulta extasiante, verlo lagrimear en el furgón policial nos rasga el corazón, o esa sugestiva secuencia del monólogo final resultan electrizantes, su empatía es total; Claire Maurier como Gilberte, la madre de Antoine da un gran rendimiento, como una progenitora fría, distante, áspera, pero sin caer en la caricatura de villana, teniendo ramalazos de dulzura; Albert Rémy como Julien, el padre oficial de Antoine, también está muy bien, en un arco de evolución de la comprensión apoco a poco achocar más con el carácter híper-actico del hijo; Guy Decomble como el profesor de Antoine, encarna a ese tópico maestro severo y duro, de esos de la letra con sangre entra.
La puesta en escena resulta brillante marcando un antes y después con su peculiar naturalismo con raíces en el neorrealismo italiano, rodando en exteriores reales de París (Avenue Frochot; Palais de Chaillot; Montmartre; Pigalle; Sacré Coeur; Rue Fontaine; o Eiffel Tower), además de Honfleur en Calvados; escenarios realzados por la sensacional cinematografía en glorioso b/n de Henri Decae (“Ascensor para el cadalso” o “El silencio de un hombre”), realzando con recursos vibrantes la acción, con gamas de grises incisivos dramáticamente, con cámara en mano, con cenitales (el de la rebelión de la hilera de gimnasia), con picados, travellings, panorámicas, jugando con las alegorías del reflejo de cristales, o con ese impactante congelado final, estilo que marcó la nouvelle vague; todo adornado por la música del cantautor parisino Jean Constantin, con fragmentos cortos pero intensos, punteando la melancolía ambiental.
Cuando Antoine y un amigo emergen de un cine, Antoine se roba una de las fotos de una estrella del vestíbulo. En " Day forNight " (1973), protagonizado por el propio Truffaut como director de cine, hay un recuerdo de flashback del personaje, como un niño, que roba una calle oscura para arrebatar una foto de " CitizenKane " de enfrente un teatro.
Además de momentos ya remarcados destacaré el tramo en que Antoine ante su desesperación decide robar una máquina de escribir de la oficina donde trabaja el padre, lo hace a hurtadillas, aprovechando que no son horas de trabajo, pero no pueden empeñarla por ser menor, y “fichan” a un adulto que ven en la calle, pero este cuando tiene la máquina les quiere dar esquinazo, con su amigo René lo atrapan, pero este no quiere dársela, pero aparece por una calle la policía y el adulto se la da, desesperado Antoine decide devolver la máquina del lugar que la cogió, pero al colocarla en su lugar es atrapado por el vigilante, el rostro de Antoine es un poema, sobre todo cuando llega su padre avisado por el vigilante, y en vez de llevarlo a casa lo lleva a comisaría para denunciar su conducta, momento en que entramos en imágenes que nos cortan y desgarran (Antoine durmiendo ante maleantes, entre prostitutas, enjaulado en una jaula reducida, llevado en un furgón policial, donde las lágrimas se le escapan, …)
Un clásico imperecedero y que debería ser de cisión obligatoria para padres e hijos y en las escuelas. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/06/los-400-golpes.html
Jean-Pierre Léaud como el inquieto Antoine resulta una de las actuaciones adolescentes más memorables de la Historia del Cine, su credibilidad y autenticidad son homéricas, desprende esa mezcla maravillosa entre inocencia y travieso, se mimetiza con el rol, su frescura desborda la pantalla, hace que nos emocionemos y enternezcamos con él, ello sin caer en lo sensiblero, ver ese rostro de felicidad absoluta cuando está en la atracción centrifugadora resulta extasiante, verlo lagrimear en el furgón policial nos rasga el corazón, o esa sugestiva secuencia del monólogo final resultan electrizantes, su empatía es total; Claire Maurier como Gilberte, la madre de Antoine da un gran rendimiento, como una progenitora fría, distante, áspera, pero sin caer en la caricatura de villana, teniendo ramalazos de dulzura; Albert Rémy como Julien, el padre oficial de Antoine, también está muy bien, en un arco de evolución de la comprensión apoco a poco achocar más con el carácter híper-actico del hijo; Guy Decomble como el profesor de Antoine, encarna a ese tópico maestro severo y duro, de esos de la letra con sangre entra.
La puesta en escena resulta brillante marcando un antes y después con su peculiar naturalismo con raíces en el neorrealismo italiano, rodando en exteriores reales de París (Avenue Frochot; Palais de Chaillot; Montmartre; Pigalle; Sacré Coeur; Rue Fontaine; o Eiffel Tower), además de Honfleur en Calvados; escenarios realzados por la sensacional cinematografía en glorioso b/n de Henri Decae (“Ascensor para el cadalso” o “El silencio de un hombre”), realzando con recursos vibrantes la acción, con gamas de grises incisivos dramáticamente, con cámara en mano, con cenitales (el de la rebelión de la hilera de gimnasia), con picados, travellings, panorámicas, jugando con las alegorías del reflejo de cristales, o con ese impactante congelado final, estilo que marcó la nouvelle vague; todo adornado por la música del cantautor parisino Jean Constantin, con fragmentos cortos pero intensos, punteando la melancolía ambiental.
Cuando Antoine y un amigo emergen de un cine, Antoine se roba una de las fotos de una estrella del vestíbulo. En " Day forNight " (1973), protagonizado por el propio Truffaut como director de cine, hay un recuerdo de flashback del personaje, como un niño, que roba una calle oscura para arrebatar una foto de " CitizenKane " de enfrente un teatro.
Además de momentos ya remarcados destacaré el tramo en que Antoine ante su desesperación decide robar una máquina de escribir de la oficina donde trabaja el padre, lo hace a hurtadillas, aprovechando que no son horas de trabajo, pero no pueden empeñarla por ser menor, y “fichan” a un adulto que ven en la calle, pero este cuando tiene la máquina les quiere dar esquinazo, con su amigo René lo atrapan, pero este no quiere dársela, pero aparece por una calle la policía y el adulto se la da, desesperado Antoine decide devolver la máquina del lugar que la cogió, pero al colocarla en su lugar es atrapado por el vigilante, el rostro de Antoine es un poema, sobre todo cuando llega su padre avisado por el vigilante, y en vez de llevarlo a casa lo lleva a comisaría para denunciar su conducta, momento en que entramos en imágenes que nos cortan y desgarran (Antoine durmiendo ante maleantes, entre prostitutas, enjaulado en una jaula reducida, llevado en un furgón policial, donde las lágrimas se le escapan, …)
Un clásico imperecedero y que debería ser de cisión obligatoria para padres e hijos y en las escuelas. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/06/los-400-golpes.html