Si me dieran una película a escoger de todas las estupendas animaciones que ha hecho Pixar, tendría serios problemas a la hora de escoger entre "Monstruos S.A." y estos siete samurais en clave entomológica que se sacó Lasseter de la manga con "Bichos".

Los protagonistas son una comunidad de hormigas amenazadas por unos matones saltamontes que las sajan a impuestos en especies, con lo que lentamente se van quedando sin reservas para soportar el invierno. Una hormiga-macho llamada Flick se erigirá en improbable héroe de la comunidad al hallar a un grupo de artistas cirquenses y hacerlos pasar por curtidos guerreros con los consiguientes enredos que puedan derivar del malentendido.

La historia, aunque transcurre por muy previsibles cauces, está más trabajada en los detalles, las conversaciones, los gags y los personajes, todos muy bien caracterizados y diferenciados. Lógicamente los más atractivos son los artistas del circo, no sólo por su papel, sino por su variedad frente a la monótona comunidad de hormigas y entre ellos, como algunos de los mejores secundarios que jamás ha hecho Pixar (después de los marcianitos y sólo un poco por encima de Boo), las dos cochinillas acróbatas rusas que responden a los nombres de Tuc y Rol y que tan sólo se diferencian en que el primero tiene una ceja y el otro dos. Estos robaplanos natos provocan la hilaridad inmediata con su sola presencia, por no hablar de esas recias voces eslavas enclaustradas en rechonchos cuerpecitos de cochinillas.

Geniales cochinillas, sin desmerecer al gusano gordo alemán o al jefe pulga todo vocinglero y ramplón que completan una plétora de auténticos secundarios de lujo en la que seguramente sea la única versión de la obra maestra de Kurosawa que no es ni un western ni un coñazo.