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España España · West Coast
Voto de Dabi:
7
Drama Otis es un niño de 12 años que descubre desde muy joven la cara oculta de Hollywood, ejerciendo de especialista en shows televisivos. Su padre es un antiguo payaso de rodeo con diversos problemas, ahora sin trabajo, que decide convertirse en su guardián. Cuando Otis no está grabando sus escenas como doble, pasa el rato con él en hoteles de poca monta situados en las afueras de las ciudades donde se alojan. La convivencia entre ambos es ... [+]
19 de enero de 2020
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Honey boy es un trabajo singular. Tan singular que de hecho surgió en las sesiones de terapia a las que se sometió el actor Shia LaBeouf durante su estancia en un centro de rehabilitación. Fue allí donde descubrió que sufría estrés postraumático desde su infancia. Como ejercicio, LaBeouf escribió el guion que luego se acabaría convirtiendo en Honey boy. Es decir, llamar a esta película "un proyecto personal" es quedarse muy corto. Honey boy es mucho más que eso. Es un exorcismo.

La película nos muestra la relación entre un actor infantil llamado Otis y su padre, un antiguo payaso de rodeos llamado James que ahora se dedica a acompañar a Otis y ser su representante. Otis (supongo que llamarlo Shia habría sido ya demasiado) está interpretado por Noah Jupe cuando es un niño y por Lucas Hedges cuando es ya un adulto en rehabilitación. Las escenas de Hedges funcionan sobre todo como marco narrativo para contar la historia de la infancia del personaje, que es donde pasamos la mayor parte del tiempo. Y madre mía, qué infancia más chunga.

La disfuncional relación entre Otis y James es el núcleo de toda la película y el foco de los traumas de LaBeouf. James (interpretado, mirad por dónde, por Shia) es un padre de mierda. Es agresivo, controlador, posesivo, ridículamente exigente. El retrato que hace Shia de su propio padre es duro, deliberadamente oscuro, pero a pesar de todo es capaz de humanizarlo. James es complejísimo. Él también arrastra sus propios traumas y sus propias frustraciones, y los paga con su hijo. Otis, por otra parte, necesita afecto más que cualquier otra cosa. Su madre no está. Busca el cariño de su padre, pero no lo encuentra, por lo tanto, acude a otro lugar. Los diálogos son aguijones, nunca sientes la sensación de paz. Hay algún que otro momento tierno entre padre e hijo, pero duran poco. El aislamiento y el estrés los asfixia. Es un guion muy sólido, fantásticamente estructurado y que destila dolor y honestidad.

Lo más destacable de Honey boy, sin embargo, está en las actuaciones. Lucas Hedges está muy bien, como siempre. Noah Jupe demuestra mucha madurez interpretativa para su edad, y su trabajo me parece fantástico. Y Shia LaBeouf hace la que es, para mí, una de las mejores interpretaciones del año. Me cago en mi vida. No sé hasta qué punto tiene que ser jodido interpretar a tu propio padre, y encima a un padre como este. Gracias a LaBeouf, en cambio, James cobra vida. Es un personaje absolutamente despreciable que fácilmente podría haber sido plano o caricaturesco. Sin embargo, LaBeouf consigue que hasta sienta lástima por él.

La dirección de Alma Har'el es efectiva, muy espontánea. La fotografía, con mucha cámara en mano, recuerda a menudo a un documental, especialmente en su forma de enfocar a los personajes y de seguirlos por la escenografía. El resultado funciona, le da a la película un aspecto muy inmediato, muy real. La banda sonora está bien, pero no tiene demasiado de memorable. Eso sí, tengo que reconocer que acabar con All I really wanna do de Bob Dylan es una idea fantástica.

En resumen, Honey boy es un proyecto único desde su misma concepción. Funciona como desahogo para su guionista y te hace comprender muchas de las idas de olla que ha perpetrado en los últimos años, desde su arresto por conducir borracho hasta su performance con una bolsa en la cabeza en una galería de arte, pero también se puede disfrutar si no se está familiarizado con la figura de Shia LaBeouf, porque a fin de cuentas, Honey boy es una película muy íntima y muy humana sobre los sueños rotos, las relaciones paternofiliales y los abusos de la infancia, y a pesar de su tono severo e incómodo, sus ideas son universales.

Calificación: Notable
Dabi
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