Pobre producción canadiense que desarrolla la investigación del asesinato de una joven muchacha cuya prima presenció el fatal incidente.
Inicialmente el relato resulta atractivo e interesante, pero a medida que avanza la investigación va perdiendo gancho e interés. Todo se desarrolla con un ritmo parsimonioso y apenas llega a sorprender. Por la película se pasean rostros conocidos del cine americano como Donald Shuterland, encarnando al investigador y Donald Pleasence en un pequeño papel irrelevante.
El argumento peca de sencillo y no da para mucho. La investigación se apoya en exceso en el testimonio de la prima de la víctima, manipulando las sorpresas y nuevos descubrimientos. Las constantes variaciones del testimonio hacen intuir que algo extraño oculta la testigo, logrando mantener el interés por el desarrollo de la trama, pero sin gran habilidad. Los responsables de la película no saben como mantener el suspense alrededor del misterio y optan por plasmar las vivencias pasadas de la víctima apoyándose en su diario, presentando, de esta manera, nuevos sospechosos al caso, pero no deja de ser un truco barato para desviar la atención de lo que realmente ha pasado.
La calidad de imagen y sonido dejan mucho que desear, las interpretaciones del reparto no son nada del otro mundo y el desarrollo de la investigación se desarrolla de una forma excesivamente parsimoniosa. La película llega a alcanzar lo que se podría considerar un desenlace sorprendente, pero, en realidad, no lo es tanto y el hecho de que el desenlace pueda ser bueno, no hace mejor a una película que es muy pobre y mediocre.
En su tratamiento y en su conjunto posee todos los síntomas de ser una producción televisiva, destinada a servir de relleno para entretener a un público poco exigente.