Un antiguo policía que vive en la actualidad como profesor de enseñanza, atormentado por los recuerdos y secuelas del pasado, entregado a la bebida, toma inicio en la investigación de un crimen.
Una historia sencilla de suspense que no logra suscitar el interés, ni el dramatismo pretendido, con un cuidado pobre de la imagen, que más bien parece de telefilm.
Cuenta con las pobres interpretaciones de todo su reparto y se apoya en una trama vacía e insulsa que resulta pasajera, al igual que ocurre con la presencia de Tom Berenger.
El director intenta elevar el interés de la historia, introduciendo secuencias de un ligero toque erótico y pretende plasmar el tormento del personaje principal de una forma simplista, con una botella en la mano y alucinaciones varias, que no están dentro de ningún contexto, resultando incoherentes e inconexas, sin aportar claridad al relato.
Tanto el drama que vive el personaje, como la trama criminal se quedan en la superficie, sin llegar a resultar convincentes en ningún aspecto.
Todo el argumento transcurre de una forma trivial, sin ritmo y concluye con un desenlace simple y carente de garra, que se precipita al vacío del olvido.