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Voto de GVD:
7
26 de noviembre de 2007
74 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comprobar cómo de una trama completamente sencilla, sin ningún alarde argumental, se pueda sacar un petróleo infinito es una delicia. Ignoro dónde está el secreto. Parece ser que grandes como Hawks, Ford, Hitchcock, Wilder y otros se lo llevaron a la tumba, o como mucho se lo dejaron a algún que otro privilegiado. Por que, aunque sé que es un topicazo, este cine hoy en día no nos lo encontramos.
Todo gira en torno a una cuadrilla de currantes en Sudamérica encargada del transporte de mercancías por avión. Y con esto sale auténtico arte. Es una especia de microcosmos en el que se observa una de las grandes cosas de la vida que es la amistad. Pocas veces ha estado mejor plasmada que aquí.
Porque son auténticos profesionales. Porque jamás toman vacaciones. Porque en los pocos respiros que tienen ríen, beben, cantan y conviven. Porque saben que el amor para ellos es peligroso, no menos la amistad. Porque todos curan cicatrices, por dentro y por fuera. Porque son capaces de tragarse esa tan incómoda como inevitable carga llamada orgullo y pedir perdón. Porque si uno muere hay que aguantar las lágrimas y olvidar. Porque tienen que sobrevivir.
Este mundo que nos muestra Hawks es estático, sin apenas trama, sin suspense, pero pocas películas están tan vivas. Al parecer, este maestro consigue que viendo cine nos olvidemos de que estamos viendo cine, asimismo, él parece desaparecer, no hay director. Se procura hacer pasar un buen rato, rato que no excluye un asfixiante nudo en la garganta y unas cuantas lágrimas, y, de postre, que vuelva una y otra vez a la memoria. Para mí, desde luego, esto es el cine, y pocos han sabido hacerlo mejor.
Todo gira en torno a una cuadrilla de currantes en Sudamérica encargada del transporte de mercancías por avión. Y con esto sale auténtico arte. Es una especia de microcosmos en el que se observa una de las grandes cosas de la vida que es la amistad. Pocas veces ha estado mejor plasmada que aquí.
Porque son auténticos profesionales. Porque jamás toman vacaciones. Porque en los pocos respiros que tienen ríen, beben, cantan y conviven. Porque saben que el amor para ellos es peligroso, no menos la amistad. Porque todos curan cicatrices, por dentro y por fuera. Porque son capaces de tragarse esa tan incómoda como inevitable carga llamada orgullo y pedir perdón. Porque si uno muere hay que aguantar las lágrimas y olvidar. Porque tienen que sobrevivir.
Este mundo que nos muestra Hawks es estático, sin apenas trama, sin suspense, pero pocas películas están tan vivas. Al parecer, este maestro consigue que viendo cine nos olvidemos de que estamos viendo cine, asimismo, él parece desaparecer, no hay director. Se procura hacer pasar un buen rato, rato que no excluye un asfixiante nudo en la garganta y unas cuantas lágrimas, y, de postre, que vuelva una y otra vez a la memoria. Para mí, desde luego, esto es el cine, y pocos han sabido hacerlo mejor.