Es una historia enrevesada, pero no es en absoluto incomprensible. Se requiere un esfuerzo por parte del espectador para comprender qué está ocurriendo, para responder a sus propias preguntas. Eres un personaje más de ese pueblo lleno de misterio. Yo personalmente agradezco que se nos otorgue un hueco para escudriñar las respuestas y sorpresas que esconde la trama, que no nos lo den todo masticado, como estamos acostumbrados.

Es cierto que no puedes pestañear porque te pierdes por completo y al cabo de un rato no sabes quién es quién ni cuándo están sucediendo las cosas.

Pero no se preocupen, porque ningún capítulo te va a dejar que tomes un respiro.

La música, la ambientación, la fotografía, colores grises, azules y apagados ... entre todas crean una atmósfera de tensión, palpable desde los personajes (con interpretaciones sublimes) hasta los rincones de los bosques negros. Ese pueblo no sería un posible germen de epidemia y desapariciones sin esas continuas lluvias torrenciales, sin esas casas refugiando a sus habitantes del aparente peligro que se asoma cada noche, sin esas calles vacías y poco frecuentadas. Cada momento es perfecto para que suceda algo. Parece que incluso tú estás en peligro.

Si me dices que no tiene nada nuevo, estoy de acuerdo, pero sí encuentra un enfoque quizás diferente y original a la hora de encajar sus propias piezas, en un tablero compuesto por uno de los misterios más imposibles y eternos para la humanidad, el tiempo.

Netflix nos regala en una temporada de 10 capítulos un trabajo exquisito y elegantemente respetado para los que amamos estos temas.