Si a los pocos minutos de comenzar uno comienza a sentir que la inicial curiosidad que despierta la protagonista ha dado paso a la irritación y la repulsa, recomiendo encarecidamente cambiar la película, pues la cosa ira a peor (a mucho peor) a lo largo de un metraje que discurre por un anémico argumento a mayor gloria de la susodicha Halley Feiffer (que además escribe el invento, que menos).

Ya digo que el asunto se despacha en dos lineas, la amiga interpreta una versión distópica de si misma (cagate Charlie Kaufman) que años después su fugaz estrellato por participar en la película "The squid and the whale" vive una vida de alcohol y olvido. Un buen día el novio la deja y decide que todo tiene que cambiar y que nada mejor para recuperar su lugar en el star system que rodar una película.

Feiffer no es Kaufman escribiendo, claro, y su vis cómica más que hacer gracia irrita por más que recurra al humor Farrelly sin mucho disimulo. Los cameos de Ben Stiller, Jesse Eisemberg, el ochentero Ralph Macchio o la misma Vanessa Williams no sirven más que de gancho engañoso.