Una obra que lo apuesta todo por el espectáculo visual tal como hacía su predecesora, que causó gran impacto debido a su tecnología más que por la historia que contaba, que era en esencia un plagio descarado de “Pocahontas”.

Sus efectos visuales son muy buenos, están pensados para cautivar, y sin exagerar, diría que por lo menos una hora del metraje (muy abultado) está dedicado a mostrar cosas bonitas. Tampoco ha sido una experiencia única porque en videojuegos vivimos una era de una calidad gráfica descomunal, por lo tanto tampoco he visto nada nunca visto antes.

A aquellos a los que les gustase la primera, deberían verla en el cine porque sin duda esta segunda entrega les va a gustar también, quizá porque realmente es más de lo mismo.

Al principio no entendí muy bien como James Cameron iba a extender una historia con tan poca sustancia durante tantas entregas, y aquí está la respuesta, es tan sencillo como repetir, y hacer que los del bosque vayan uniéndose con los del agua, el fuego, el aire, la tierra o lo que sea para la gran confrontación final, que será igual que los aperitivos (todos iguales) de las anteriores pero más a lo grande.

Con respecto a su fondo, aunque su mensaje quiera ser más ecologista y espiritual, no dista mucho de los wésterns más rancios en los que los indios eran demonios y los vaqueros, que eran los héroes, acertaban con cada bala y cada uno podía con un montón. Pues aquí cada indígena acierta con cada flecha y cada uno vale por una horda de los demoníacos humanos malos, con una forma de hacer las cosas tan absolutamente maniquea que da hasta risa.

La película en si es muy superficial, predecible, y no busca ninguna complejidad en nada que no sea el reflejo de la luz de la luna sobre el agua con cositas que molen, por lo que es un cine que no durará.
Del mismo modo que las obras que han supuesto avances visuales se han visto eclipsadas por el avance de la tecnología cuando solo proponían eso y no contaban nada, y del mismo modo que ahora aquellos wésterns que demonizaban a los indios son inevitablemente rancios por maniqueos, a esta obra le pasa lo mismo.

Y en realidad es una pena, porque Cameron tiene los medios para contar una gran historia que apoyase su mundo visual, pero en su lugar tira por un adoctrinamiento palomitero que no superará el paso del tiempo, aunque muchos ahora disfruten evidentemente, de lo cual me alegro.