Una cinta sobre un crimen pensado para encajar de forma astuta y sibilina, que tiene un aroma clásico en el modo de contarlo y que se sostiene principalmente en su guion, que cuida con detalle cada una de sus piezas.

El detective de Scotland Yard (Joe Finch) es el encargado de investigar el caso de la desaparición de la esposa de un psiquiatra (Christopher Lee, en un rol astuto y maquiavélico que le viene como anillo al dedo) al tiempo que como historia secundaria nos muestran una aventura que mantiene.

La historia coloca las piezas con inteligencia y aunque la arrogancia del psiquiatra o su aventura con la secretaría (Judy Geeson) aparenten obviedad, al inicio del segundo acto la trama aporta una nueva perspectiva ganando en interés para desembocar en un desenlace que encaja a la perfección con el conjunto y no está exento de ironía.