Podría parecer que la historia abusa de tópicos, pero esto no es así, quienes abusan de ellos son los cineastas responsables. Las novelas de Grisham han dado lugar a adaptaciones interesantísimas y a otras mediocres. La diferencia fundamental entre unas y otras son los directores. Y no es que Schumacher (no confundir con el piloto de Fórmula 1) sea mal profesional, pero estarán de acuerdo conmigo en que no es el primer traspié que da en su carrera. Tiende hacia una espectacularidad que resta veracidad. Tampoco destaca por su buen gusto en el casting ni por su manejo de actores, aunque siempre hay excepciones.
Aquí lo único interesante es el papel de Sarandon. A Lee-Jones no hay quien le soporte, al niño no hay quien se lo crea (se nota que es un rubito pijín intentando hacer de duro), los malos son ridículos, y el desarrollo, más que predecible. Ya desde la escena inicial del gordo suicida se adivinan los inverosímiles derroteros por los que caminará el resto. Y no es problema de la historia, como ya dije.

Existe una película anterior llamada "Único testigo" (1985), con un planteamiento similar, pero con un resultado final muchísimo mejor.