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Voto de Dasein:
9
21 de septiembre de 2014
52 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frank es un genio musical, una especie de Mozart moderno, capaz de revelar la conexión expresiva subyacente en cada detalle del mundo que nos rodea y de hacerla hablar a través de notas musicales (los flecos de una alfombra deshilachada o las paredes grasientas y los baños malolientes de un bar). Es casi directamente un sacrilegio corromper la magia que emana de un artista de tal naturaleza introduciendo en su particular cosmos creativo la variable de la mediocridad y la banalización. Y esa es exactamente la tarea que emprende con mucho entusiasmo el joven ¿músico? al que la banda de Frank (nombre impronunciable) tiene la desgracia de fichar de forma fortuita y por lo mismo irresponsable como tecladista, y con quien comienza la historia que narra esta película.
Dice Carlos Cipolla en su ensayo sobre la estupidez humana, que una persona estúpida es fácilmente reconocible por ser justo la clase de persona que no solo le arruinará el día a alguien más sin ningún motivo, sino que encima lo hará con una sonrisa de oreja a oreja, sin malicia, completamente inconsciente de su imbecilidad, y a veces incluso creyendo que está haciendo algo correcto. Ni más ni menos que el escenario que veremos reproducido en esta historia tras el encuentro del genial Frank con este joven mediocre y sin talento, cuyas motivaciones se centran en adquirir notoriedad y obtener fama y prestigio, aunque más no sea a través de algo tan irrelevante como el número de veces que han sido visionados los vídeos de la banda que sube sin el consentimiento del resto de los integrantes a youtube.
Esta es la historia, pues, de lo que sucede cuando el talento choca contra la mediocridad.
Dejo la tarea de señalar los aciertos y errores cinematográficos de la película, la calidad de sus distintos elementos y de las actuaciones, a aquellos usuarios más capacitados para opinar al respecto y que suelen dar cátedra en este foro. De momento me quedo con esa sensación amarga de haber presenciado la cruda realidad de las consecuencias que trae destruir algo bello.
Dice Carlos Cipolla en su ensayo sobre la estupidez humana, que una persona estúpida es fácilmente reconocible por ser justo la clase de persona que no solo le arruinará el día a alguien más sin ningún motivo, sino que encima lo hará con una sonrisa de oreja a oreja, sin malicia, completamente inconsciente de su imbecilidad, y a veces incluso creyendo que está haciendo algo correcto. Ni más ni menos que el escenario que veremos reproducido en esta historia tras el encuentro del genial Frank con este joven mediocre y sin talento, cuyas motivaciones se centran en adquirir notoriedad y obtener fama y prestigio, aunque más no sea a través de algo tan irrelevante como el número de veces que han sido visionados los vídeos de la banda que sube sin el consentimiento del resto de los integrantes a youtube.
Esta es la historia, pues, de lo que sucede cuando el talento choca contra la mediocridad.
Dejo la tarea de señalar los aciertos y errores cinematográficos de la película, la calidad de sus distintos elementos y de las actuaciones, a aquellos usuarios más capacitados para opinar al respecto y que suelen dar cátedra en este foro. De momento me quedo con esa sensación amarga de haber presenciado la cruda realidad de las consecuencias que trae destruir algo bello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La escena en la que el odioso Jon intenta quitarle la cabeza a Frank es el reflejo final de esa destrucción que la vulgaridad lleva a cabo sobre el virtuosismo. El individuo común se revela así, una vez más, tan solo como alguien cuya inercia mental le incita a enfocarse en detalles sin ninguna trascendencia tales como la curiosidad infantil por ver a toda costa el rostro de una persona que se está desnudando ante sí para mostrarle su alma.