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Voto de Sandro Fiorito:
8
Western. Thriller. Acción Cuando un joven oficial de policía, el alguacil Shane Cooper, se traslada a la pequeña ciudad de Red Hill con su esposa embarazada, lo hace con la esperanza de comenzar una nueva familia. Pero cuando la noticia de un periodo de prisión en la ciudad envía a los oficiales de policía locales en un pánico, el primer día de Shane en servicio rápidamente va de mal en peor. Jimmy Conway, un asesino condenado a perpetuidad en la cárcel, regresa ... [+]
25 de noviembre de 2010
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fabuloso western actual dirigido, escrito, producido y editado por Patrick Hughes, quien firma de esta manera su primera película después del éxito conseguido con el cortometraje “Sings (Señales)”, estrenado en el año 2008. La esencia más pura del western, con su tensa intriga cargada de personajes misteriosos, tiroteos, situaciones copadas por miradas dignas de partida de póker y valores tan clásicos como el honor y el valor, se ha sabido encajar a la perfección dentro de la vida urbana y policial de una pequeña ciudad australiana. La condición del filme como ópera prima se deja ver en errores tales como artificios incluidos en el argumento con el fin de exagerar la historia, algunas secuencias con un resultado que se intuye, pequeños descuidos o leves incongruencias entre escenas, y un guión carente de contundencia y amigo de lo convencional. Son datos que fácilmente pueden omitirse al centrarnos en el notable desarrollo de la trama y lo sobresaliente de los apartados musical y fotográfico. La presentación inicial, tanto del pueblo como de sus personajes, es brillante. Contiene todo un recital de escenas poderosas, que radian calidad por los cuatro costados.

Con un fuerte aroma a “Infierno de cobardes” (1972), la trama se centra en una pequeña localidad australiana llamada Red Hill. Sobre ella aterriza el personaje principal, Shane Cooper (Ryan Kwanten), un agente de policía recién trasladado de la ciudad a ese pueblo con su mujer, Alice (Claire van der Boom), quien luce un avanzado estado de gestación. Cooper se enfrenta a su primer día de trabajo en su nuevo destino (en una comisaría local que guarda todas las similitudes con cualquier 'oficina del Sheriff' de Estados Unidos), teniendo todo en contra: ha perdido su arma reglamentaria y el ambiente laboral, marcado por la terquedad de algunos compañeros y la dureza del jefe, no hace más que presentar obstáculos para el protagonista. Teniendo que cabalgar cual vaquero a los lomos de un caballo por falta de vehículos patrulla, Cooper adelanta desde las primeras escenas el rumbo que va a llevar la cinta durante el resto de su metraje, con ese sello tan característico del western adaptado a los tiempos actuales. Ahora los agentes de la ley hablan de sanciones disciplinarias, y aunque siguen calzándose como antaño unas buenas botas, llevan walkie-talkie y disponen de centralita. Ya no se escupe al suelo tabaco de mascar o se dice aquello de “esta ciudad no es lo bastante grande para los dos”. Pero el resto, sigue igual: el jefe de policía, el “viejo Bill”, actúa como los sheriff de antaño. Nada se le escapa ante sus ojos y controla minuciosamente las visitas que llegan al pueblo. El estallido de western definitivo se produce cuando la televisión anuncia la fuga de prisión de Jimmy Conway (Tommy Lewis), un peligroso criminal estrechamente ligado a Red Hill, que estaba cumpliendo cadena perpetua.

(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento, por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sandro Fiorito
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