Gracias al excelente guión dramático, "Suspense...hora cero" no se parece a las estereotipadas y torpes versiones posteriores del tema. El suspense aquí está perfectamente justificado, dosificado y narrado con una maestría infrecuente en este tipo de cine. Tres son los motivos de tensión que definen el film: la inesperada intoxicación alimentaria de buena parte de los pasajeros de un avión, el conflicto consigo mismo del protagonista, un oficial piloto traumatizado por haber llevado a la muerte a sus hombres, y la antipatía y desconfianza que siente hacia él quien debe guiarle para aterrizar.
No existe en el metraje ni un segundo vacio. Los giros inesperados del argumento impiden la menor monotonía o que el espectador adivine lo que va a pasar. Los efectos especiales son dignos para la época. Lo más atractivo para mí consiste en la atormentada psicología del protagonista (Dana Andrews), pues el expiloto se ve obligado a luchar al mismo tiempo con su miedo a volar, con una esposa que le desprecia (Linda Darnell) y con su antiguo comandante en la guerra (Sterling Hayden).
En suma, la amenaza de tragedia en este avión comercial perdido en la niebla y azotado por la lluvia de una tormenta, está tan conseguida que uno agradece que el desenlace no sea pesimista.
Parece que los cinéfilos ignoran este film. No deben perdérselo. Tiene el nivel de otra catástrofe cinematográfica sin final feliz, "La última noche del Titanic", ese espléndido film inglés.