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España España · Vilafranca del Penedés
Voto de Chord:
8
Drama "El País de los sueños", un burdel situado en un barrio de Tokio, atraviesa una difícil situación, ya que el Parlamento está a punto de aprobar una ley que prohíbe la prostitución. Retrato de la vida cotidiana de diversas prostitutas: aquellas a las que las circunstancias obligaron a comerciar con su cuerpo, pero también aquellas otras que intentan abandonar ese medio de vida. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2009
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez más Mizoguchi se acerca a la mujer con una mirada cercana y comprensiva. En esta ocasión como en tantas otras, las protagonistas son prostitutas... mujeres como las demás pero que en vez de regalar o compartir sus cuerpo lo venden.
La situación de posguerra y la posible ilegalización de la prostitución (que al final se produjo) son temas aparentemente importantes, pero en realidad el drama de toda la vida se superpone y se impone al drama circunstancial.
¿Es mejor ser prostituta que tener un marido? ¿No es el trabajo en general una forma de venderse uno mismo en venta? ¿Es distinto vender el tiempo y la fuerza de trabajo a vender el cuerpo? ¿Es la prostitución algo necesario por el hecho de ser (dicen) la profesión más vieja del mundo?
Estas y otras muchas preguntas vigentes en 1956 lo siguen siendo hoy día. Y la situación de muchas mujeres, niponas u occidentales, prostitutas o madres de familia, ha cambiado tanto de entonces a nuestros días.
No creo que haya una única respuesta, cada uno de nosotr@s debe encontrar sus propias respuestas.
Mizoguchi, como siempre, ya lo hacía en 1936 con su maravillosa Elegía de Naniwa, pone el drama, el buen cine y las preguntas sobre la mesa. Ya es mucho.
Lo demás (la reflexión, el cambio en la mirada y en las actitudes) queda de cuenta del espectador, sea éste hombre o mujer.
¡Ah! Lo olvidaba. Dicen que la hermana pequeña de Mizoguchi fue vendida por sus padres a un burdel... Quizá eso explica algunas de las secuencias finales de la película. Y, sobre todo, la actitud tan próxima a la mujer que sentimos en este y la mayoría de los films de Kenji Mizoguchi.
Chord
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