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Polonia Polonia · Terrassa
Voto de Taylor:
7
Terror Camino de California, una típica família de clase media norteamericana sufre una avería en medio del desierto. A partir de ese momento, el viaje se tornará un calvario para ellos, intentando sobrevivir a una siniestra familia de caníbales... (FILMAFFINITY)
3 de julio de 2010
44 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
A medio camino entre “La última casa a la izquierda” (1972) y “Pesadilla en Elm Street” (1984) Wes Craven rodó, en 1977, “Las colinas tienen ojos”. Posiblemente, la peli que le situó con todo merecimiento en ese terrorífico podium cinematográfico que durante la década de los setenta y los ochenta alternó con realizadores de la talla de John Carpenter, Tobe Hooper o Sam Raimi. Cineastas que supieron hacer de la necesidad virtud y que lograron, además, que sus films de bajo presupuesto no escamotearan, en ningún momento, las expectativas de un público ávido de un tipo de cine muy especial. Llamadle cine de serie B, de género, de culto, friki o lo que queráis. Lo que tengo claro, clarísimo, es que “Las colinas tienen ojos” ocupa -o debería ocupar- un privilegiado lugar en ese Olimpo del cine de terror cutre setentero y ochentero en el que se encuentran obras tan míticas como “La matanza de Texas”, “Posesión infernal”, o “Asalto a la comisaría del distrito 13”. Por citar sólo tres.

¿Qué es chapucera? Sí, claro. Chapucera y cutre. Muy cutre. Posiblemente fruto de las prisas, la improvisación, la falta de medios y la más que probable intención de que así lo parezca. ¿Qué ha envejecido mal? Pues no sé, pero huele a setentera que te cagas… Tanto o más que los pantalones de campana, las melenitas a lo príncipe valiente, las lámparas psicodélicas o las canciones de los Bee Gees ¿Es eso algo malo? Quizás sí, pero -qué queréis que os diga- a mí ese tufillo setentero demodé me encanta. ¿Qué los caníbales no resultan convincentes? Interpretaciones al margen, a mí sí me lo parecen. Sobre todo el calvo con pinta de Nosferatu. Un actor (Michael Berryman) que siempre aparece así de feo en todas las pelis en las que interviene. Incluso en “Alguien voló en el nido del cuco”. ¿No será porque es así de horrendo en realidad?

Coñas aparte, lo que verdaderamente cuenta para mi es que “Las colinas tienen ojos” es una peli tan modesta como tremendamente eficaz. Y es precisamente eso, eficaz, porque dispensa por vía intravenosa lo que su público espera de ella: tensión, terror, sobresaltos, angustia y repulsión a raudales. Sin concesiones. Y, ojo, porque ahí no acaba todo. Craven se permite el lujo, por si fuera poco, de pensar en el sector más gafapastero de su público trazando una serie de paralelismos entre tan antagónicas familias en los que el sexo y la religión -por ejemplo- adoptan roles considerablemente importantes. Tanto a nivel crítico como metafórico.

No quisiera finiquitar esta crítica, sin embargo, olvidándome de uno de los elementos más alucinantes -a mi juicio- de esta peli: su final. ¡Menudo final! ¡Zaca, zaca, zaca!. Filtro rojo. Fin.

Brutal.
Taylor
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