No puedo juzgar este “Largo Winch 2” como secuela de “Largo Winch” porque no ví la primera parte…. Pero sí puedo decir que, en sí misma, “Largo Winch 2” hubiese sido una de las mejores películas de 1995, una época donde la acción, el lujo y los maximalismos estaban bien vistos y triunfaba cualquier película que contara las peripecias de un millonario aventurero tipo Arrow que prefiere el ecologismo al dinero y lucha contra la injusticia allá donde la encuentre, ya sea con fusiones hostiles en bolsa desde su lujoso yate o con un AK47 a pie de selva, sin miedo a mancharse las manos con la sangre de tiranos. Todo muy Reagan, muy sueño americano. Dos horas de acción con abundancia de peleas, tiroteos, explosiones y persecuciones en medio de una intriga de intereses bancarios, comerciales y corrupción bastante bien llevada, solo con la manía francesa de meter alivios cómicos entre tanta acción en forma de personajes alocados o atolondrados fuera de lugar.

A pesar de eso, la película es ambiciosa, espectacular y bien llevada… pero muy pasada de moda. Sus estilimos son de la época de “Humor se escribe con hache”; Sharon Stone está muy bien pero repite papel (cruce de piernas casi incluido) de “Instinto básico”; los tiroteos y balazos nos los encontrábamos en películas como “Commando”; la escena del paracaídas es de “Eraser”/”Bodhi” y las peleas no son mucho mejores que las pelis de ahora de Van Damme.

“Largo Winch 2” está hecha con cariño, ganas y desparpajo, sin complejos, pero también sin los medios necesarios para dar al público de ahora lo que espera: tensión, asertividad, talante de diálogo con los asesionos, perfiles psicológicos, armas sofisticadas y protagonistas conocidos. Entrañablemente nostálgica, pero flojita.