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España España · Barcelona
Voto de Eduardo:
5
Terror. Ciencia ficción En el pequeño pueblo de Mountaincrest, un hombre afectado de amnesia mata a otro en la calle. La policía intenta atraparlo. El problema es que no están seguros de si persiguen a un hombre o a un animal salvaje. (FILMAFFINITY)
14 de mayo de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fred F. Sears, fallecido prematuramente a la tierna edad de 44 años, fue un stajanovista del cine fantástico y de terror, y de la serie B tirando a Z en general. Nadie sabe qué horrores nos habría deparado de haber podido continuar ejerciendo su profesión. Legó a la posteridad, por ejemplo, La Tierra contra los platillos volantes y The Giant Claw, títulos que bastan para erizar el vello de cualquier amante del género, y en su desdichado chapotear en los mitos no dudó en echar una garra a la saga de los pobrecitos hombres-lobo. Los colmillos del lobo, rodada con cuatro dólares, un maquillador de juzgado de guardia y más entudiasmo del que sería deseable, nos cuenta la historia de un pobre desgraciado que cae en las manos del típico científico sin escrúpulos que le inyecta una poción de su invención, la cual le transforma en licántropo mal que le pese. Aparece en el típico poblacho norteamericano al que no desearíamos ir a parar ni en pintura, y mata y mata sin poder evitarlo. Don Megowan, que al parecer padece parálisis facial, aunque teniendo en cuenta los diálogos mejor así, es el aguerrido sheriff que no entiende nada de lo que está pasando, pero apechuga con las circunstancias y decide dar caza al hombre-lobo extraviado. Joyce Holden, encantado-esunplacer-muchogusto, encarna a su sufrida novia, aunque tiene pinta de haber peregrinado por más camas de las que tal vez desearía, y todo está rodado en un blanco y negro que despierta nuestra simpatía y nos lleva a degustar esta rareza con una sonrisa en los labios y alguna risita sarcástica de vez en cuando.
Para coleccionistas, completistas y amantes de títulos poco o nada conocidos.
Eduardo
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